La vida va en el “Golcito”

La vida va en el “Golcito”

El equipo de Mohamed trabaja sin cesar para ganar

NO PARA. Mohamed, además de piloto, es casi un mecánico más. Cuando llega a boxes, sin cambiarse, se pone a trabajar. la gaceta / foto de carlos werner (enviado especial) NO PARA. Mohamed, además de piloto, es casi un mecánico más. Cuando llega a boxes, sin cambiarse, se pone a trabajar. la gaceta / foto de carlos werner (enviado especial)
13 Diciembre 2014
OLAVARRÍA.- (Carlos Werner, enviado especial de LG Deportiva) Es verlos y hacer silencio. Con mano de orfebres y precisión de cirujanos plásticos, los integrantes del Mohamed Competición meten mano, aquí y allá, en el VW Gol. Es como si en el ya de por sí valioso vehículo les fuera la vida misma, olvidándose cada uno de los integrantes de su humanidad. Es decir, de cosas “mundanas”: hambre, sed, incomodidad, calor, un golpe, un raspón...

“Mirá Lucas, este clavo esta metido en el neumático trasero, bien adentro”, dice “Lito”, el papá del piloto, y motorista del coche. “Uy, ¿en serio? ¿Y pierde aire?”, contesta Lucas. “No, nada”. “Uf, no sé, ¿y si lo cambiamos?” “Van a tener que ser los dos”. “Bueno, ¡vamos!” El diálogo ocurrió exactamente 2’30” antes de salir a pista para el segundo ensayo y marca el rigor con el que los dos toman el asunto. Y no están solos: Juan Lara y Bruno Ruiz, los asistentes mecánicos, parecen dos perfectas piezas aceitadas, engranajes justos y necesarios para que la “rueda mágica y misteriosa” del “Golcito” quede lo mejor posible. Sin olvidar que esta vez hay dos hermanas, bonaerenses ellas y “re-fanáticas de Lucas”, como describieron (Agustina y Matilde Tancreti), que ayudaron en la limpieza, en la asistencia del equipo y en hacerles el “aguante”.

La falla que experimentó el coche desde el primer ensayo puso adustos los gestos de los integrantes del equipo. En la mirada, en las palabras de incertidumbre, el clima se cortaba con un cuchillo. “Ya analizamos la bomba, las mangueras, cambiamos la nafta, el set completo de cables de la bobina. Esperamos que desaparezca el problema”, confió Lucas. A juzgar por el tiempo de la clasificación, el tiempo salió. Igual, la preocupación tiene cara de hereje. Minutos después se transformó en necesidad de analizar qué pasaba con el tren delantero.

La trastienda del box del Mohamed Competición tiene un detalle: una cama de campaña, en la que habitualmente duerme “Lito”, cuidando al “bebé”. Siempre lo hace y es “cuestión de estado”. De fotos, ni hablemos. ¿Por que se hace esto? “Por practicidad, también por resguardo”, confió un colaborador.

En cada rincón hay elementos de apoyo mecánico. Y también una mesa de plástico, con agua mineral, soda (bebida preferida de los Mohamed), aguas saborizadas y una bolsa de tortillas. También algo de café, quizás algún sandwich de fiambre y pan francés.

Apenas se saca el auto del box, alguien baja la cortina plástica. “Los viernes no pasa nada, pero sábados y domingos, se mueve tanta gente que en ocasiones lo mejor es trabajar en privado. Igual Lucas no deja nunca a nadie sin ser recibido. Hay sonrisas, abrazos, besos, charlas y gestos de amistad con todos”, dijo Agustina, convertida casi en vocera de prensa del equipo.

Luego de haber puesto todo de sí, cuando ya nada más hay que hacer sino acelerar en pista, el estruendo del auto en funcionamiento preanuncia un siguiente capítulo en la vida nómade de esta gente. Cada uno va a cumplir con una tarea (atender la radio, esperar en la calle de boxes, cronometrar las vueltas y un largo etcétera). Es que aquí nadie le escapa el cuerpo al trabajo.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios