Las víctimas de accidentes de tránsito y sus familiares

Las víctimas de accidentes de tránsito y sus familiares

Imprudencia, irresponsabilidad, falta de control, el consumo de bebidas alcohólicas son algunas causas de las muertes viales que año a año engordan las estadísticas. Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 3.500 personas fallecen en las carreteras por día, es decir 1.277.500 al año. Decenas de millones de personas sufren heridas o discapacidades anualmente; los niños, los peatones, los ciclistas y los ancianos son los más vulnerables de la vía pública.

En 2005, la Organización de las Naciones Unidas instó a los gobiernos a través de una resolución declarar el tercer domingo de noviembre como Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico. El objetivo era ofrecer reconocimiento a las víctimas de accidentes y a la difícil situación de los familiares que se enfrentan a las consecuencias emocionales y prácticas de estos trágicos sucesos. “En este día centrado en la compasión y la prevención, lloramos a quienes han perdido la vida en las carreteras, consolamos a los familiares y amigos que están de luto, y creamos conciencia sobre las dificultades económicas a las que muchas veces han de enfrentarse los afectados...”, escribió en la oportunidad el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Las promotoras en Tucumán de la campaña de concientización vial “Estrellas Amarillas”, expresaron su indignación porque las sanciones para quienes al mando de un vehículo han ocasionado la muerte de otros, son leves. Según el Código Penal, los accidentes de tránsito, en su mayoría, son considerados homicidios culposos. Se considera entonces que el responsable del hecho no tuvo intenciones de matar. Se suele aplicar la probation o suspensión de juicio a prueba, es decir que se deja sin efecto el cumplimiento de la condena a cambio de que el acusado cumpla una tarea comunitaria en las condiciones que se le impongan. “No estoy de acuerdo con la probation, no estoy de acuerdo con que alguien mate a una persona y no vaya a un juicio para que se determine cuál ha sido su responsabilidad. No le sirve a la familia de la víctima y tampoco le sirve a la sociedad... hay una sensación de impotencia, de desgano, de que a nadie le importa lo que te pasó”, dijo una de las familiares de las víctimas. Otra, madre de una joven que murió atropellada por un ómnibus dijo: “Lo que más le enoja a la gente es que la persona que mató a un ser querido continúa manejando como si nada hubiera pasado. Son necesarias penas que ejemplifiquen, aunque no sea con más de un mes en la cárcel, porque de esa manera se está indicando lo que se puede hacer y lo que no”.

La realidad muestra que si alguien circula a una velocidad prohibida, esté alcoholizado o no, y mata a una o a varias personas, es posible que no solo no vaya a juicio, sino que además resulte beneficiado con una sanción mínima que consista en una labor comunitaria; tampoco estará impedido de seguir conduciendo. ¿Cuál sería entonces el sentido de justicia? Una sensación de impunidad queda flotando. Si el Estado sigue siendo poco riguroso en la concesión y la renovación de la licencia de conducir, si no hay cursos eliminatorios, si los menores pueden conducir, ¿cómo se puede proteger la vida del ciudadano? Un accidente es el estado que aparece en algo, sin que sea parte de su esencia o naturaleza. Si alguien conduce respetando la ley, salvo que sufra un desperfecto mecánico, no puede cometer un accidente.

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