Los misterios de la obra de Ingmar Bergman

Los misterios de la obra de Ingmar Bergman

Un libro que se propone desenterrar las raíces filosóficas de la obra del inolvidable director sueco, desde sus primeras películas hasta 1960

CRÍTICO Y PENSADOR. En Gaspar Risco Fernández se unen los intereses por la filosofía, la cultura popular y el cine que hace reflexionar al espectador. la gaceta / foto de analia jaramillo CRÍTICO Y PENSADOR. En Gaspar Risco Fernández se unen los intereses por la filosofía, la cultura popular y el cine que hace reflexionar al espectador. la gaceta / foto de analia jaramillo
23 Octubre 2014
Cierra los ojos y se ve a sí mismo sentado, con pantalones cortos y los pies colgando, en una de las butacas del viejo cine Edison. No puede aquietar las piernas que se sacuden de tanta risa en cada escena de Chaplin. Gaspar Risco Fernández tenía seis años cuando se enamoró del cine. Después tuvo otros amores. La Iglesia, por ejemplo, a la que entró siendo todavía niño y salió del seminario a los 24 años para dar un último respiro de mundanidad, cuando apareció “el amor”, su esposa. Ahí sí tomó los votos perpetuos, el otro “sacerdocio”, como él dice, el matrimonio.

Pero siempre se vuelve al primer amor. Después del tiempo en que estuvo en el Seminario, Risco Fernández retoma el cine. En 1972, con la profundización del golpe militar de 1966 convertido en “El Proceso” Gaspar fue destituido de la presidencia del Consejo Provincial de Difusión Cultural. Luego también lo dejaron cesante de la cátedra de Historia de la Filosofía Medieval, su especialidad, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT. Por esos años comenzó a escribir sobre Ernst Ingmar Bergman, un libro que será presentado en el festival de cine “Gerardo Vallejo”.

- ¿Usted conoció a Vallejo?

- Sí. Yo era presidente en Difusión Cultural. Todavía era el tiempo de la “dicta-blanda”, no de la dictadura. Cuando viene el Proceso propiamente dicho me echan porque -según dijeron- yo había financiado ‘El camino hacia la muerte del Viejo Reales’ de Vallejo. En ese tiempo nosotros trabajábamos en el interior de la provincia con el Método Freire.

- ¿En qué consistía el método?

- Estaba dirigido especialmente al campesino. Tuve la suerte de integrar un equipo que personas capacitadas con el método del brasileño Paulo Freire y viajábamos al interior, instalábamos una carpa y allí conversábamos con la gente y dábamos cursos. Así conseguimos que cada municipalidad y comuna tuviera su dirección de Cultura. Sobre todo se hacía un reconocimiento del terreno, se leía y se sacaban fotos. Después se invitaba a la gente a venir a la ciudad y aquí se veían a sí mismos en una pantalla, conversaban y reflexionaban sobre su propia vida. Así eran los cursos de promotores culturales, de manera que no era Cultura la que imponía desde la ciudad lo que había que hacer en el interior. Trabajábamos con la “Pedagogía del oprimido”, de la etapa de Freire en Chile. Ellos empiezan a verse a sí mismos, a hacer una mirada crítica de su vida. La cosa se pone brava con los militares y me destituyen.

-¿Qué le gusta de Bergman?

- Me encanta su lenguaje cinematográfico y sus argumentos. Hace 30 años no se publicaban los guiones, así que debía ver cada película 10 veces. Después escribía para la página literaria de LA GACETA. Todo eso que fui recogiendo desde los años 60 me sirvió para hacer este libro.

- ¿Algún director actual sigue la huella de Bergman?

- Hoy hay un bajón muy grande. A pesar de que la técnica ha evolucionado cada vez más no hay grandes realizadores con una temática tan profunda. Ahora ocurre que si algo no reditúa económicamente, no se hace.

- ¿Qué temática de Bergman lo conecta a usted con la Filosofía?

- Los temas están en mi libro: predestinación y libertad, existencia humana, misterio de la libertad, Lutero... Son los temas que subyacen en Bergman hasta los años 60: “Prisión”, “Noche de circo”, “El séptimo sello”, “La fuente de la doncella”, “Fresas salvajes”... Pero en la trilogía de “Detrás de un vidrio oscuro”, “Los comulgantes” y “El silencio” aparece la temática de la fe.

- ¿Así que Martín Lutero fue inspirador de Bergman?

- Ingmar Bergman (sueco, 1918- 2007) era hijo de un pastor protestante (Erik Bergman). Siendo muy niño lo acompañaba a predicar a la campiña sueca. Desde chico bebe de las fuentes del luteranismo sueco. Lutero (alemán, 1483 - 1546) fue un agustino católico pero siempre estuvo obsesionado por la necesidad de una reforma. Como tardaba en producirse, él la realiza, y termina haciendo la reforma luterana.

- ¿Y qué temas aborda?

- Bergman es un hombre que busca y no termina de llegar a Dios. Hay nociones de teología que es importante tener en cuenta: el pecado original. Lutero estaba cada vez más convencido por su propia experiencia personal que todos somos pecadores. Que lo natural para nosotros es el pecado. En el pecado original todos somos pecadores para siempre. No hay salvación por mérito propio para Lutero (sólo la misericordia de Dios puede salvar). Ahí está la cosa tremenda. Él leía a Agustín por esa conciencia permanente de pecado. Recordemos que Agustín también tuvo una etapa fuerte de pecador, y el mismo Bergman tuvo varios divorcios, muchas mujeres e hijos, aunque no los abandonó.

- ¿Dónde se puede ver esa noche oscura de Bergman?

- En la trilogía (“Detrás de un vidrio oscuro, “Los comulgantes” y “El silencio”) ahí se ve claramente la sombra trágica del pecado. En “Los comulgantes” hay un cura que un buen día en la sacristía se pregunta ¿qué estoy haciendo aquí? y en “El silencio” hay dos hermanas, una bella y otra intelectual. La segunda se enamora de la primera. ¡Eso era muy fuerte para los años 60! Había que interpretar lo que pasaba en esos personajes a través de quienes se expresa Bergman.

- ¿ Y los finales?

- Terminan en una espera. Nada queda concluido y eso hace posible la reflexión.

El libro de Risco Fernández trata de develar esos misterios que lo rondaron por más 30 años. Será el primero de una serie que tratará diferentes aspectos del cineasta sueco. Y promete que no pasará tanto tiempo.

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