San Jorge empató con Central Córdoba

San Jorge empató con Central Córdoba

El conjunto tucumano dilapidó un 4-2 en los últimos cinco minutos y le igualaron.

PARA VOS. Argañaraz abrió el marcador con una delicia de tiro libre y lo festejó mirando a la tribuna central de 25 de Mayo. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ PARA VOS. Argañaraz abrió el marcador con una delicia de tiro libre y lo festejó mirando a la tribuna central de 25 de Mayo. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ
Que el fútbol sea un jeroglífico escrito en lengua antigua no quiere decir que sus conceptos básicos no puedan conocerse como la palma de una mano. Cada partido es un mundo aparte. Cada rival también. Incluso, el equipo propio no es el mismo semana a semana. Depende de muchos factores, de cómo están sus soldados y de si llevan adelante lo planeado o no. San Jorge, en particular, es una caja de sorpresas cada siete días. No se sabe si hará maravillas o dilapidará una fortuna de goles en segundos como lo hizo ayer ante Central Córdoba, de Santiago del Estero.

Fue Doctor Jekyll y Mister Hyde, un tornado en ofensiva y una tierra de oportunidades en defensa. Los santiagueños, agradecidos. Fue el Yin y el Yang el “expreso”, que ayer increíblemente regaló una ventaja de 4-2 cuando al partido le faltaban 5 minutos, incluyendo el tiempo agregado del flojísimo Fernando Espinoza, un árbitro capaz de cometer desaciertos constantes.

Fue increíble lo que hizo San Jorge, porque empezó muy mal, acorralado por su visita pero bien salvado por Francisco Bordón, el hombre de pies transformados en resortes y con manos devenidas en sopapa.

El “expreso” superó el temblor y empezó a tomar forma. Alberto Argañaraz cocinó una delicia de tiro libre (1-0) y sus compañeros de atrás la tiraron al tacho culpa de una floja cobertura y de un penal que Darwin Barreto ejecutó con precisión y consiguió el empate.

San Jorge fue un volcán en erupción. Si marcaba arriba, explotaba en sus entrañas. Por eso, cuando volvió a ponerse arriba, gentileza de un delicado pase de “Beto” a Raúl Chalabe -definió cruzado y con “tres dedos”- otra vez se descuidó en la cobertura y lo pagó. De un tiro libre a favor con olor a 3-1, pasó a perseguir la pelota y a frenarla con amarilla en la puerta del área grande. Los resortes de Bordón no funcionaron en el tiro libre por encima de la barrera de Pablo Motta. Adentro, 2 a 2 y a esperar un segundo tiempo de antología.

Y a diferencia de lo que había sido la pesadilla del inicio, el “expreso” entró entonado, decidido a llevarse el mundo por delante. Alejandro Toledo fue fundamental en ese aspecto. Aportó un doblete fabricado con picardía: en el 3-2, recibió de espaldas al arco, giró y clavó un balón rasante sobre el palo derecho; y en el 4-2, abusó de su velocidad, arrió a su marca y definió cruzado al otro palo. Esa última pepita de oro de Toledo fue encontrada a los 85’. ¿Partido liquidado? No. Otra vez sopa en la zaga. Empujón de Barreto (88’) y pésima salida de Bordón (93’) para repartir puntos en un partido que debió haber tenido sólo un dueño.

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