“Vaca Muerta es la salida de la Argentina”

“Vaca Muerta es la salida de la Argentina”

 la gaceta / foto de tobias fernandez la gaceta / foto de tobias fernandez
05 Octubre 2014
En su juventud, el tucumano Carlos Caballero, fue arquero profesional en Vélez Sarsfierld. Jugó desde los 17 y hasta los 25 años. Compartió equipo con Carlos Bianchi, el ex entrenador de Boca Juniors. En 1968, ganó con el “fortín” un torneo nacional de la AFA. Hoy, con 68 años, el hombre nacido en Taco Ralo y criado en Banda del Río Salí, dirige de una de las empresas metalúrgicas más grandes de Bolivia, dedicada a la fabricación de obras e infraestructuras para las industrias petroleras, mineras, cementeras, agrícolas y ferroviarias del país vecino.

En diálogo con DINERO, el empresario tucumano cuenta que le ofrecieron participar como proveedor del megayacimiento de Vaca Muerta, en Neuquén, donde el Gobierno argentino proyecta una inversión de U$S 10.000 millones. Además, analiza el presente económico de Bolivia, y en particular de Santa Cruz de la Sierra, el motor económico de Bolivia, donde vive hace 25 años y donde opera su compañía, desde 1999.

-¿Le interesaría intervenir en Vaca Muerta?, ¿qué horizonte visualiza allí?

Tuvimos reuniones con la ministra de Industria, Débora Giorgi. Estudiamos la posibilidad de instalarnos en un parque industrial de San Rafael, en Mendoza, y estaríamos a unos 600 kilómetros de Vaca Muerta. Lo que pasará con este emprendimiento es muy grande. Sin dudas, es la salida para la Argentina. Si no pone todas las fichas allí se quedará sin energía.

-¿Qué trabajo haría su empresa en el megayacimiento?

Nos ofrecieron desarrollar separadores y recipientes a presión que se utilizan en la extracción de hidrocarburos. Cuando en un yacimiento se perfora el pozo sale petróleo, gas, arena y agua. Entonces, el separador ordena esos materiales que salen juntos. Luego, continúa el tratamiento y la refinación de esos recursos.

-¿Cómo evalúa la actualidad del sector hidrocarburífero de Bolivia?

-Durante la primera gestión del presidente Evo Morales, la actividad metalúrgica estaba quieta. No había proyectos. Lo que se hizo fue nacionalizar los hidrocarburos. Mientras tanto, nuestra empresa se preparó con certificaciones internacionales, hasta que en el segundo período arrancó todo. En los últimos años, el sector de hidrocarburos fue el que más creció en Bolivia. Hemos trabajado con refinerías y con plantas de Santa Cruz de la Sierra, de Cochabamba y de La Paz. Además, terminamos trabajos metalúrgicos en la planta de separación de líquidos Gran Chaco, en Yacuiba, desde donde se exporta gas a Paraguay.

-¿Qué trabajos desarrolla su empresa en Bolivia?

- El mercado boliviano no es muy grande, así que hacemos de todo un poco. Comenzamos con los ingenios, y les proveemos toda la infraestructura metalúrgica para que funcionen, como calderas, difusores, destilerías y piezas de transporte. En Santa Cruz de la Sierra funcionan seis ingenios. Aguaí, el último, que se montó hace dos años, lo desarrolló nuestra empresa en un 80%. Pero trabajamos con las industrias aceiteras, cementeras y mineras de Bolivia, con la instalación de varias plantas en Santa Cruz y en La Paz, en Potosí y en Oruro.

-¿Su compañía comercializa productos a la Argentina?

Sí, le proveemos material a una empresa española que opera en la mina de carbón de Río Turbio, localizada en la provincia de Santa Cruz.

-¿Por qué dejó Tucumán y cómo decidió instalarse en Santa Cruz de la Sierra?

Llegué a Bolivia en marzo de 1990. En Tucumán trabajaba en una empresa familiar dedicada a la fabricación de remolques para los ingenios. Pero en 1989, la elevada inflación nos impedía vivir y trabajar. Tenía algunos contactos en Santa Cruz de la Sierra. Y me fui. Me llevé nueve obreros que tenía en Tucumán. Yo trabaja a la par de ellos. En aquel tiempo, no había caminos hasta Yacuiba, sólo el tren. Así que viajábamos en los techos porque los vagones siempre iban abarrotados. Recuerdo que nos dormíamos y, para no caernos, nos agarrábamos de las manos. Luego de un año y medio, recién llevé a mi familia. Mi hijo tenía 14 años, y terminó de estudiar en Santa Cruz de la Sierra. Hoy es el gerente de la empresa.

-¿Qué ventajas tiene Santa Cruz de la Sierra para la industria metalúrgica?

Tiene muchas ventajas. Es la quinta ciudad del mundo en crecimiento. Tiene de todo y está en el corazón de Sudamérica. Tiene conexión con Perú y con Brasil. Cercanías con Colombia y con Ecuador. Desde Chile, se puede vender y comprar a mercados asiáticos. Nuestra empresa se ha adecuado al mercado boliviano y el gobierno nos trata bien.

-¿Hay mucha competencia entre las empresas del sector?

- Creció tanto Santa Cruz que, a causa de la crisis en Europa, llegaron empresas e inversores, en especial españoles, que buscan competir en licitaciones para ganar obras que desarrolla el Gobierno. Como cuentan con garantías, tienen muchas posibilidades de ganar las obras y el Estado boliviano es buen pagador. Pero eso, como en todos lados, nadie regala nada. No hay que dormirse y siempre hay que transpirar la camiseta.

-Hablando de transpirar la camiseta, ¿dónde se formó como arquero?

Me inicié en Tucumán Central y me fui a jugar a Vélez Sarsfield cuando tenía 15 años. A los 17, llegué a Primera División, y jugué como profesional hasta los 25 años. En aquel momento, mi padre se enfermó gravemente. Yo sabía que se moría y sentía que debía volver a Tucumán. Finalmente, murió y no pude acompañarlo. Entonces, me propuse que con mi madre no iba a pasar lo mismo. Por eso, vendí todo lo que tenía en Buenos Aires y regresé a Tucumán. En 1989, cuando me instalé en Santa Cruz de la Sierra, decidí llevar a mi madre. Y nunca más volví a jugar al fútbol, ni siquiera con mis hijos.

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