El día en que primavera y estudiantes se dan la mano

El día en que primavera y estudiantes se dan la mano

Renacer. Tomar nuevos bríos. Brotar. La naturaleza canta despidiendo el invierno y dándole la bienvenida a la alegría, a la vida que se enciende en las alas de los pájaros, en la coquetería de una rosa. “En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente”, escribió el poeta libanés Khalil Gibran. “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”, dijo el chileno Pablo Neruda. Es la estación que se asocia inmediatamente a los jóvenes, que viven una etapa de efervescencia, de rebeldía, de búsqueda, de sueños. Por eso, el 21 de septiembre los toma de la mano.

El Día del Estudiante coincide con el de la Primavera y el día de repatriación de los restos de Domingo Faustino Sarmiento, que murió en Asunción del Paraguay en 1888. Su origen se remonta a la propuesta del entonces estudiante y luego arqueólogo Salvador Debenedetti en 1902, cuando presidía el Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Su iniciativa de declarar el 21 de septiembre como Día del Estudiante fue aceptada en esa facultad y luego se extendió a todo el país.

La mala prensa acompaña a los jóvenes desde la Antigüedad. El filósofo Sócrates (470 AC-399 AC) afirmaba: “Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y les faltan al respeto a sus maestros”. Esta etapa se caracteriza por la rebeldía. El adolescente busca reafirmar su personalidad, diferenciándose de sus padres. Siempre los tiempos para los jóvenes fueron difíciles, aunque el mundo actual que les toca vivir les presenta nuevos desafíos y problemáticas porque están insertos en una sociedad, cuyos cambios son constantes, tanto en sus formas como en sus contenidos. Los jóvenes son el blanco predilecto del bombardeo permanente de productos de consumo y de modas superficiales que diseñan justamente los adultos. Se les vende los llamados “cinco minutos de fama”, a los que no se accede por esfuerzo, capacidad o talento.

A menudo sienten incertidumbre por su futuro laboral, los perturba la falta de respeto por los otros, la discriminación, las dudas existenciales, así como la falta de diálogo con sus mayores lo que los lleva muchas veces a aislarse, a refugiase en las adicciones como un modo de escapar de la realidad, de la soledad. “Me enfurece escuchar a gente de edad pregonar que los jóvenes de hoy están perdidos, que son libertinos, alcohólicos y otras tantas estupideces re-negativas. Pero estoy convencida de que esas personas se olvidaron de que alguna vez tuvieron nuestra edad e incluso hasta la pasaron peor que nosotros, en lo referente a la comunicación y a la comprensión con sus padres y su familia”, dijo una adolescente de 15 años, en una producción periodística de LA GACETA, hace pocos años.

Los chicos son el reflejo de sus padres y de la educación que reciben. En lugar de que los adultos los critiquen en forma constante, sería interesante que los escucharan, los ayudaran a crecer, a asumir la responsabilidad de sus actos, los incentivaran a realizar tareas sociales que les enseñen a compartir con el prójimo, que el éxito no necesariamente pasa por tener dinero, sino por llegar a ser lo que se desea y sentirse satisfecho con ello y que nada importante se logra sin esfuerzo ni estudio.

“Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”, afirmaba Albert Einstein.

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