La final que no fue y el reluciente oro de los NBA

La final que no fue y el reluciente oro de los NBA

Se dice que a LeBron James y a Carmelo Anthony los seducen más los Juegos Olímpicos. La deserción tardía de Kevin Durant, las renuncias de Blake Griffin y Kevin Love, Paul George baja por lesión parecían complicar el horizonte de Estados Unidos en su intento de alcanzar el bicampeonato y su quinta corona mundial, igualando en este caso la marca de Yugoslavia. Sin embargo, su entrenador Mike Krzyzewsky, con pura sabiduría, se ocupó de formar el mejor seleccionado posible. Y la respuesta de los convocados fue formidable. Una formación que promediaba 24 años de edad y que ganó sus nueve encuentros camino al título con una media de 33 puntos, tiene por derecho propio reservado un lugar en la historia.

"El mejor grupo que uno pueda desear", alabó el técnico a una tropa  que, más allá de su calidad individual, jugó como un auténtico equipo. "Decían que Estados Unidos enviaba el Equipo B para jugar el Mundial, pero no somos el equipo B, somos buenos también", expresaba a modo de queja Kenneth Faried.

Lo cierto es que ningún rival, ni siquiera la mejor España -que quedó anclada en cuartos ante la notable Francia- parecía capaz de detener a un Estados Unidos que amenaza con prolongar su hegemonía por varios años más.

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