En abril del 90 se ahondó la crisis

En abril del 90 se ahondó la crisis

Domato no leyó su discurso 1 de abril en la Legislatura. La UCR se quejó de la mordaza del peronista Lazarte. El 8 de abril, FR se enojó con la crítica a la Convención Reformadora. Por Carlos Abrehu - Columnista invitado

10 Agosto 2014
De todos los gobernadores electos por voto popular desde 1983, el único que no pudo presidir la puesta en marcha de todos los ciclos de sesiones del Poder Legislativo correspondiente a su gestión, fue José Domato.

En efecto, la intervención federal de enero de 1991 le privó de hacerlo por cuarta vez en abril de ese año. El procedimiento que siguió el jefe del Ejecutivo en 1990, desató una borrasca política en dos actos, con siete días de diferencia.

La disputa a tres bandas en la Convención Constituyente reformadora de la Carta Magna de 1907 tensaba las relaciones entre Fuerza Republicana, el Frente Justicialista de Unidad Popular (Frejupo) y la UCR.

En la esfera institucional el conflicto alimentaba versiones sobre liquidación de la autonomía provincial. Carlos Menem se erigía en el árbitro de la situación. Paralelamente, el arzobispo Horacio Bózzoli y el obispo Jorge Meinvielle requirieron a la feligresía que rezara por la paz social, ante la gravedad del momento. Era Semana Santa.

Fricciones iniciales

En ese clima de crispación, Domato no acudió el domingo 1 de abril a inaugurar el 85° periodo de sesiones de la Legislatura, como prescribía la Constitución de 1907.

El plenario de las Cámaras de Diputados y Senadores, con el formato de Asamblea Legislativa, se constituyó presidida por el peronista Hugo lazarte. El gobernador pidió una nueva fecha para el cumplimiento de su obligación constitucional, con la convicción de sumar esfuerzos para superar la crisis. Sin embargo, su actitud irritó a los bloques radicales. Domingo Alberti (diputado) y Mario Marigliano (senador) reclamaron por el faltazo del mandatario. Es un verdadero Poncio Pilatos, acusaron.

Domato había solicitado 10 días de prórroga para leer su texto. Ante la ofensiva radical, el diputado peronista José Vitar mocionó un cuarto intermedio para evitar hechos consumados e irreversibles. Y agregó: no es un acto de debilidad, sino de acatamiento a las instituciones.

En la Corte Suprema de Justicia se analizaba entonces un planteo en contra de las reformas y del reglamento de la Constituyente, impulsado por convencionales peronistas.

Alberti pidió la palabra, pero Lazarte se la negó. Por 41 votos a 5 triunfó la moción de Vitar. Al evaluar esa circunstancia, los radicales cuestionaron la mordaza de Lazarte.

Los bussistas, por su lado, no asistieron a la cita del domingo 1. El senador Rómulo Acosta justificó la ausencia de FR en un principio de coherencia. Sucede que la Convención había instituido la Legislatura unicameral en una deliberación anterior. Se abolían, así, Diputados y el Senado.

Disparos contra todos
Cuando el 7 de abril Domato ingresó a Rivadavia 25 para hablar en la Asamblea Legislativa, la Corte Suprema de Justicia ya había declarado nulas las reformas.

Para sorpresa de todos, Domato fustigó la labor de los constituyentes. La Convención Reformadora se exorbitó, pontificó. Destinó 12 de las 20 carillas referentes a la faz institucional para objetar la tarea de aquella. Remarcó que la intención del PE había sido que ella trabajara en libertad. No obstante, apuntó que la mayoría (FR) actuó imponiendo en lugar de buscar el consenso,

FR se retiró antes de que Domato acabara su alocución. Esto es contradictorio, enturbia todo y dificultará sensiblemente la posible solución, previno el diputado Raúl Topa. Desde la UCR, Marigliano y Alberti calificaron de agresivos y no acordes con la realidad a los dichos de Domato. El Frejupo le reclamó cambios de rumbo al PE. La crisis se ahondaría hasta culminar con la intervención federal en enero del 91.

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