Diego Reynoso: “El respaldo de la sociedad hacia el Presidente es como un acto de fe”

Diego Reynoso: “El respaldo de la sociedad hacia el Presidente es como un acto de fe”

Según el investigador del Conicet, los argentinos necesitan creer en alguien tras las gestiones de Macri y de Fernández.

Reynoso vino a un seminario organizado por la Facultad de Ciencias Económicas de la UNT. LA GACETA / FOTO DE Osvaldo Ripoll Reynoso vino a un seminario organizado por la Facultad de Ciencias Económicas de la UNT. LA GACETA / FOTO DE Osvaldo Ripoll

La sociedad argentina tiene una necesidad de creer que vamos bien, pese a que su presente económico es complicado. Y en ese concepto, el politólogo e investigador del Conicet, Diego Reynoso, encuentra la explicación a porqué el presidente Javier Milei logra un amplio respaldo social en las encuestas, pese al ajuste que instrumentó en estos cuatro meses de gestión, Reynoso vino a Tucumán para dar un Seminario sobre Opinión Pública y Teoría del Voto en la Especialización en Administración y Políticas Públicas de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNT. Esta fue la entrevista concedida a LA GACETA.

-¿Qué expectativas existen en la sociedad sobre el Pacto de Mayo que el Presidente busca con los gobernadores?

-La última encuesta de satisfacción política y opinión pública de la Universidad San Andrés reflejó que dos de cada 10 personas dicen que hay que firmar el acuerdo que mande el Presidente. Otros dos dicen no le firmen nada. Pero cinco de cada 10 que se firme, pero con acuerdo, negociando y dialogando. Me decía una periodista que la sociedad argentina es medio rara porque se quiere poner de novia con el Che Guevara, pero después le quiere cortar el pelo y afeitarle la barba. Entonces, ¿cómo votan a un presidente que previamente se mostraba que no iba a ser dialoguista y ahora el 50% de los consultados quiere que priorice el diálogo? Ese es el dilema.

-Pero la forma de comunicar del Presidente no es la óptima para llegar a un acuerdo…

-El Presidente tiene un estilo bastante violento cuando se dirige a aquellos que no están de acuerdo con él. Si lo estás, te retuitea y, si no, te insulta. Con los gobernadores pasó eso. No recuerdo tensiones y este nivel de beligerancia como con el de Chubut (Ignacio Torres) que tuvo intercambios intensos, lo mismo con Martín Llaryora o Maximiliano Pullaro. Me da la impresión que los demás miran para ver cuál es el resultado de esos conflictos y eso disciplina mucho. El razonamiento es que si pierden los que se enfrentan, mejor es estar callado. Y después está el ejemplo de los que cooperan inmediata y raudamente, y que tienen beneficios.

-¿Y cómo encuadraría al gobernador Osvaldo Jaldo?

-Jaldo es un claro ejemplo. Previo a la fallida votación de la Ley Ómnibus, los diputados que respondían al gobernador tucumano se separaron de la bancada de Unión por la Patria y constituyeron bloque propio, con un costo político enorme, me imagino, desde la opinión pública nacional; tal vez no en el plano local. Eso se acomoda si se valora el gesto de pragmatismo del gobernador y sus diputados de aliarse con el gobierno nacional.

-Estamos mal, pero vamos bien proyectando la economía. La situación del país empeoró para el 57%, pero un 46% cree que mejorará, dice la encuesta que dirige. ¿Es una sensación natural entre los argentinos?

-En la década de 1990 se decía muy a menudo esa frase. Creo que hoy una parte importante de la población siente que está mal, pero quiere creer que vamos bien. No tiene la certeza si vamos bien; no entiende mucho de economía; no saben los mecanismos que conducen a la satisfacción de las políticas públicas que ellos creen que debería atender el Estado, pero tienen una necesidad enorme de sentir que las cosas van a salir bien. Eso se evidencia en las encuestas, donde el 51% de las personas responde que respalda al Presidente. Una buena parte, de 20 puntos tal vez, es ideológica o núcleo duro de libertarios en serio. Y después tenés un grupo de persona que no tiene en claro qué es lo que hay que hacer para sacar a la Argentina adelante, pero demuestra la profunda insatisfacción con los dos gobiernos anteriores, el de Mauricio Macri y el de Alberto Fernández, y sus razones tienen, y ahora necesitan creer en algo. Y me parece que Milei les ofrece esa vía. El respaldo de la sociedad al Presidente es como un acto de fe.

-En la política se afirma que, si a Milei le va bien en lo económico, en 2025 habrá otra reconfiguración del mapa político y electoral en la Argentina…

-El sistema de partidos políticos tal como lo conocíamos no existe más. En 2019 había escrito un paper en el que advertí que, tras el big bang de 2003, cuando hubo tres candidatos peronistas, tres radicales y todos fragmentado, la gravedad volvió a unir las piezas y eso forma masas. Así se formó la masa panperonista, adicionando al progresismo. Hubo otra mitad del electorado que no buscó agruparse; fueron huérfanos de la política. La UCR no se volvió a constituir como la otra gran fuerza. Esa fragmentación se expresó en las elecciones de 2007 y de 2011, con triunfos de la oposición en 2009 y 2013, pero provinciales. Esto hasta 2015, cuando, producto de otro big bang que se dio con la 125, con el conflicto con el campo, se alinearon algunos sectores. A partir de allí se pensó que había una centro izquierda y una centro derecha. Vino el gobierno de Macri; después el de Alberto Fernández, en principio con un kirchnerismo que cedía poder dentro de la familia panperonista, pero en sus cuatro años de gestión le explotaron bombas por todos lados: pandemia, guerra, sequía, internas y errores no forzados. La llegada de Milei a la política fue percibida entonces como un dato de color, como aquella vez que Moria Casan incursionó en 2001 como postulante a diputada, pero la gran diferencia es que Milei supo expresar un malestar profundo de la sociedad. Pero también encendió la llama de sectores que, por los consensos que se habían arribado en el país, se sintieron silenciados, los issues de derecha que se condensaron tras el economista libertario.

-¿Cómo terminará ese big bang político?

-Hay un realineamiento. No sé si todos los peronistas van a quedar juntos; pero el PJ como lo conocíamos creo que no volverá. Es como suele decir el politólogo Julio Bárbaro, que define al PJ como una identidad basada en un pasado común, pero a veces sin muchas coincidencias programáticas presentes. Y los ves fragmentados tanto como el radicalismo que tiene un presidente que va en una dirección y diputados que van en otra. Que habrá realineamientos políticos los habrá, pero me parece que es el Presidente el que decide a quiénes van en penitencia dentro de la oposición y a quiénes decide traer de aliados. Se pelea con los universitarios, con los científicos, con los radicales, pero no con los peronistas. Si se hace un “sentiment” análisis de los discursos del Presidente, le pega más al radicalismo que al peronismo. Mi impresión es que en éste último hay sectores que van a decantar.

-¿Y la reaparición pública de Cristina Fernández no marca también el regreso a la grieta?-

-Creo que Javier Milei le tiró nafta a la grieta, con una nueva grieta. De los que la ven y no la ven. Y no sólo desde el punto de vista económico. Me parece también que hay tráfico ideológico, que no está mal, como un ordenamiento ese que se da entre demócratas y republicanos. En ese sentido, además de estar asesorado, tiene toda la lógica de Donald Trump, en su estrategia de construir poder, no en lo programático, porque Trump es proteccionista; Milei, no.

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