16 Julio 2014
Aparece en las redes sociales; permanece en las estanterías y en su catálogo hay más de 800 grabaciones. Las discográficas lanzaron ediciones especiales de CDs y DVDs. La Filarmónica de Berlín colgó en la red grabaciones de conciertos y documentación. Es que hoy hace 25 años que murió Herbert von Karajan, y todavía sigue siendo el referente del director de orquesta clásica, señala DPA.
Acaba de morir (el domingo) Lorin Maazel, y las mayores batutas están ahora en las manos de Barenboim, Jansons, Rattle o Dudamel, pero ninguno sigue recibiendo tantos elogios.
Consagrado como director de directores, perfeccionista obsesivo y mago del sonido, construyó su imagen de estrella cuidada con esmero. Él hizo entrar la música clásica en la televisión y desarrolló junto con el fundador de Sony, Akio Morita, la técnica digital. No dejaba nada al azar: obsesivo del control, que supervisaba el proceso musical completo, desde el estudio hasta la comercialización, y fue uno de los pioneros de la era multimedia.
Entre los básicos que todo aficionado a la música clásica debería tener, los críticos siguen recomendando las grabaciones de Karajan de Sibelius o Beethoven. Pero también critican el “sonido cinemascope” de Karajan, que va ligado a la época de posguerra. Los sucesores del director, en el siglo XXI abogan por un estilo más clásico, menos amplificado.
Mientas las críticas a la forma de entender el sonido de Karajan sólo tenían eco entre los amantes de la música, su filiación al partido nacionalsocialista sí suscitó polémica. Su proximidad a los nazis lo ayudó en su carrera. En 1937 debutó con “Tristan e Isolda” en Viena, y un año más tarde dirigió “Fidelio” en Berlín.
Luego salió a conquistar al extranjero, primero a Italia, y posteriormente a Londres. Pulió el “sonido internacional” y en 1955, cuando asumió la dirección de la Filarmónica de Berlín como sucesor de Furtwängler, Karajan llegó a los más alto de su carrera. Permaneció en el cargo durante casi 35 años.
Sin embargo, la imagen de Karajan como director de orquesta todopoderoso ha quedado anclada en el pasado. Sobre todo en comparación con alguien como Sir Simon Rattle que, cuando se presenta ante la Filarmónica de Berlín, entabla un encuentro democrático entre iguales.
Queda su imagen en conciertos por el mundo, en Viena, París, Milán o Salzburgo. Allí nació, y allí murió el 16 de julio de 1989, de un infarto. Tenía 81 años.
Acaba de morir (el domingo) Lorin Maazel, y las mayores batutas están ahora en las manos de Barenboim, Jansons, Rattle o Dudamel, pero ninguno sigue recibiendo tantos elogios.
Consagrado como director de directores, perfeccionista obsesivo y mago del sonido, construyó su imagen de estrella cuidada con esmero. Él hizo entrar la música clásica en la televisión y desarrolló junto con el fundador de Sony, Akio Morita, la técnica digital. No dejaba nada al azar: obsesivo del control, que supervisaba el proceso musical completo, desde el estudio hasta la comercialización, y fue uno de los pioneros de la era multimedia.
Entre los básicos que todo aficionado a la música clásica debería tener, los críticos siguen recomendando las grabaciones de Karajan de Sibelius o Beethoven. Pero también critican el “sonido cinemascope” de Karajan, que va ligado a la época de posguerra. Los sucesores del director, en el siglo XXI abogan por un estilo más clásico, menos amplificado.
Mientas las críticas a la forma de entender el sonido de Karajan sólo tenían eco entre los amantes de la música, su filiación al partido nacionalsocialista sí suscitó polémica. Su proximidad a los nazis lo ayudó en su carrera. En 1937 debutó con “Tristan e Isolda” en Viena, y un año más tarde dirigió “Fidelio” en Berlín.
Luego salió a conquistar al extranjero, primero a Italia, y posteriormente a Londres. Pulió el “sonido internacional” y en 1955, cuando asumió la dirección de la Filarmónica de Berlín como sucesor de Furtwängler, Karajan llegó a los más alto de su carrera. Permaneció en el cargo durante casi 35 años.
Sin embargo, la imagen de Karajan como director de orquesta todopoderoso ha quedado anclada en el pasado. Sobre todo en comparación con alguien como Sir Simon Rattle que, cuando se presenta ante la Filarmónica de Berlín, entabla un encuentro democrático entre iguales.
Queda su imagen en conciertos por el mundo, en Viena, París, Milán o Salzburgo. Allí nació, y allí murió el 16 de julio de 1989, de un infarto. Tenía 81 años.
Temas
Sony
Lo más popular
