La hora de la verdad
La hora de la verdad
Hay un grupo de hombres que está a punto de disputar el partido más importante de sus vidas. No hay nada por encima de la final de un Mundial, objetivo de cada chico que patea por primera vez una pelota en el planeta fútbol. Lo imprescindible es estar a la altura de ese compromiso y a nadie se le ocurre que alguno dejará la cancha con un resto escondido en las medias. Hoy se entrega todo y un poco más. Se descuentan la garra, el espíritu de lucha, la fortaleza para afrontar cada situación del partido contra Alemania que comenzará a las 16, en el Maracaná. Después vienen funciones más específicas que vale la pena apuntar.

Sergio Romero. La pelota parada es un arma letal de los alemanes y el juego aéreo no es el principal atributo del arquero. Contra Holanda resolvió varias situaciones correctamente, apelando al puñetazo para alejar el peligro. Es un aspecto en el que no puede fallar. Si hay definición por penales, viene con el mejor antecedente. Agigantado.

Pablo Zabaleta. Alemania ha recostado más el juego sobre el otro lateral, lo que puede brindarle posibilidades de ofrecerse como salida limpia. También de adelantarse para colaborar en la batalla por la media cancha, como hizo contra los holandeses cuando la Selección pasó a defender con tres. ¿Será por fin el momento de su contribución en ofensiva, una deuda de este Mundial?

Martín Demichelis. A su favor juega el conocimiento que posee de sus ex compañeros en Bayern Munich. Claro que esto también cuenta para los rivales. Alemania rompe por el centro tocando en velocidad y eso lo obligará a estar atento en la coordinación con Garay. También tendrá que ser un puntal durante la batalla aérea. Importante: desprenderse rápido de la pelota y con pases cortos.

Ezequiel Garay. Su Mundial ha sido impecable; da la sensación de que no recibió el reconocimiento que merece. Le tocará lidiar con Klose y barrer a la espalda de Rojo, dos funciones delicadas que constituyen buena parte del andamiaje defensivo argentino. Sus cabezazos en las dos áreas son desequilibrantes; hoy le costará más. A no aflojar.

Marcos Rojo. Contra Brasil, Müller hizo un desparramo por ese sector, aprovechando el adelantamiento de Marcelo. Por ahí también sube el siempre efectivo Lahm. Lógico, Rojo no podrá solo contra todos. Necesitará la ayuda de un volante y confiar en los cruces de Garay. Si mantiene el nivel exhibido, esa contracción a la marca férrea y sin claudicaciones, tendrá buena parte del trabajo hecho.

Javier Mascherano. Su liderazgo físico y espiritual deberá hacerse sentir con más potencia que nunca. Ya lo dijo Schweinsteiger, es el cabecilla de una manada de lobos. Lobos hambrientos, para más datos, y Mascherano quiere morder la gloria con más ganas que todos. Tendrá un ojo puesto en la movilidad de Kroos, otro en el manejo de los ritmos y un sexto sentido dedicado a pedir la pelota y distribuirla con buen criterio.

Lucas Biglia. Si Sabella arma un esquema similar al que frenó a Holanda, le tocará neutralizar a Özil. Lo hizo con Sneijder el miércoles pasado. Además, junto a Mascherano deberán elevar un dique de contención que mantenga a Schweinsteiger y a Khedira lejos de sus compañeros creadores. Le sobran misiones en un sector decisivo del campo; tareas que requieren inteligencia y corazón.

Enzo Pérez. Ya demostró que es capaz de encontrar los puntos de quiebre con la pelota al pie y la cabeza levantada. A la organización alemana esa clase de rupturas le resultan pesadillescas, porque desacomodan las líneas. La cuestión es animarse más; tocar y buscar la descarga. El resto será un ida y vuelta permanente y la máxima aplicación para marcar, sus principales atributos.

Ezequiel Lavezzi. Su paso por el Mundial quedará marcado por la subordinación a la táctica que aceptó en función de colaborar con el equipo. No jugó para Lavezzi, sino para Argentina. Es un volante más. Durante el primer tiempo contra los holandeses fue capaz de desdoblarse y de meter un par de desbordes peligrosos. Por el lado del lateral Howedes puede estar ese negocio.

Lionel Messi. Llegó, finalmente, el partido que viene aguardando desde que se lo eligió mejor futbolista del mundo. Schweinsteiger y Khedira están listos para asfixiarlo cada vez que le pasen la pelota. Se encontrará con una presión constante, casi sin espacios para maniobrar. Llegó la hora de rebelarse, de liberar al genio por completo, de ir una y otra vez al frente a pura gambeta. De él depende.

Gonzalo Higuaín. Contra Bélgica jugó un partidazo y contra Holanda se dedicó a ensuciar la salida de la última línea rival hasta quedar agotado. Seguro que se ubicará encima de Boateng y de Hummels para mantenerlos contenidos. De lo principal de su repertorio, el gol, dependerá la sociedad que arme con Messi y su olfato, despierto y sediento de festejos. Cuanto más viva en el área alemana, mejor.

Ángel Di María. Si se produce el milagro y está en condiciones de jugar, lo suyo es archiconocido. Ese pistón que jamás se cansa de subir y de bajar depende de una óptima condición física. Si Sabella lo manda a la cancha es porque está seguro de que puede cumplir esa misión y, además, llegar a posición de gol. Ayer se retiró rengueando de la práctica. A prender velas por “Angelito”. Todo está por verse.

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