La labor solidaria y noble de los bomberos voluntarios

02 Junio 2014
Una fuerte vocación de servicio, de coraje, de solidaridad de amor al prójimo y a la vida anidan en uno de los oficios más nobles de la sociedad. No cualquier persona puede ser bombero y menos voluntario; se necesitan condiciones especiales. Hoy, se celebra el Día del Bombero Voluntario”; la fecha fue instituida por la Ley 25.425, promulgada el 15 de mayo de 2001, en homenaje a la Sociedad Italiana de Bomberos Voluntarios de La Boca, que fue creada el 2 de junio de 1884 por iniciativa del inmigrante italiano Tomás Liberti, primer presidente de la entidad. Comenzaron a trabajar bajo el lema “Querer es poder”.

La noble actividad ya se conocía en la antigua Roma donde había un cuerpo de vigiles, denominados ediles incendiorum extinguendorum, cuyo trabajo era apagar los incendios. El emperador Carlomagno, rey de los francos y de los lombardos, dispuso siglos después que cada barrio tuviese un grupo preventivo para tales fines; y una ordenanza de París en 1371 prescribía que cada vecino debía tener un cubo de agua preparado ante cualquier emergencia.

En Tucumán, el gobernador Lucas Córdoba dispuso en 1898 que la capital contara con un cuerpo de bomberos, en coincidencia con la provisión de agua por cañerías a la ciudad. El servicio era cumplido anteriormente por los guardiacárceles. La dotación se creó finalmente durante la gestión de Próspero Mena. En 1907 el gobernador Luis F. Nougués hizo construir el local propio en la calle Muñecas.

Pero no siempre la labor de los bomberos voluntarios ha sido valorada por la sociedad y los distintos gobiernos. En octubre pasado, los Bomberos Voluntarios de Yerba Buena tuvieron un papel central en la quemazón del cerro San Javier en septiembre de 2013 expresaron su queja por la falta de apoyo. Habían trabajado durante cinco días para sofocar el siniestro y varias de sus herramientas y trajes se habían dañado o destruido. Solicitaban entonces disponer de una sede propia. Les habían pedido por notas al intendente, a los concejales, al gobernador y a los legisladores, la cesión de un predio, pero no habían obtenido respuesta. “Esto es un voluntariado; es decir, tenemos otras ocupaciones. Por eso, nos organizamos para que siempre haya una guardia. Los turnos son de ocho horas diarias. Pero cuando surge una urgencia, no sabemos cuándo vamos a volver... Esto es mi vocación. Me gusta ayudar a la gente y sentir que hice algo bueno por otro. Salvar una vida no tiene precio. Para mí, ser bombero es un amor. Estoy casado con este oficio”, dijo en la oportunidad el subcomandante.

El equipamiento es muy costoso. Lejos están los tucumanos de tener el “C-Thru”, un casco que les permite tener visión a través de la densidad del humo que se provoca en los incendios. El artefacto fue diseñado por un turco y combina varias tecnologías de visión con el objetivo tener un mejor desempeño en situaciones extremas.

Por ser un trabajo voluntario, es decir no remunerado, estos trabajadores del rescate y de la vida deberían tener el lugar que se merecen en la comunidad. Con frecuencia, ellos venden rifas para poder costear parte de sus insumos. Tal vez, los vecinos podrían ayudarlos en una forma más organizada o sistemática o las empresas podrían apadrinarlos económicamente en forma rotativa porque su labor beneficia a todos. No son muchas las personas que arriesgan la propia vida para salvar las de otros.

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