24 Abril 2014
EN ESA CASA PASAN COSAS... Hay una mujer embarazada por Satanás y su marido no sabe cómo ocurrió todo.
“El bebé de Rosemary” abrió un subgénero especial en la historia de las películas de terror, sin mostrar nunca en la pantalla a la criatura engendrada por el demonio, pero con la contundencia de una historia narrada desde las expectativas y los temores de una embarazada hasta la conmoción al dar a luz.
En “Heredero del diablo” la paternidad se repite. La narración arranca desde el momento de la luna de miel de una pareja de recién casados, que descubre que en esos días de descanso se concretó un embarazo. Ninguno recuerda nada de esa noche, pero es lo que menos importa en ese momento.
Pleno de felicidad, el esposo decide grabar todas las etapas para el recuerdo familiar, como una forma de compartir con el resto de la familia y con su futuro vástago esos instantes, presumiblemente felices.
Todo se precipita velozmente cuando se descubre que el feto crece más rápido de lo normal y que serán padres antes de los nueve meses de espera. La mujer, entonces, comienza a comportarse de una forma extraña y a atravesar distintas sensaciones, que se acrecientan según avanza el tiempo. Mientras, el filme se inserta de lleno en referencias al mundo de la brujería y del demonio, como anticipo de la espera de, ni más ni menos, que el hijo de Satanás. La última esperanza de salvación del mundo está en manos del esposo.
Hasta allí el planteo de la película escrita por Lindsay Devlin y dirigida por la dupla que conforman Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett. Es el ingreso al juego grande para los realizadores, de quienes se vio uno de los segmentos de “Las crónicas del miedo” (el llamado “10/31/98”).
Alison Miller, de amplio recorrido en el universo de la TV, es la madre del futuro Anticristo, mientras que el papel de su marido lo juega Zach Gilford, a quien vimos hace poco junto a Arnold Schwarzenegger en “El último desafío”. La película es una apuesta de Fox a la que no le fue nada mal en el estreno norteamericano: costó 7 millones de dólares y ya lleva recaudado más del doble de esa cifra.
En “Heredero del diablo” la paternidad se repite. La narración arranca desde el momento de la luna de miel de una pareja de recién casados, que descubre que en esos días de descanso se concretó un embarazo. Ninguno recuerda nada de esa noche, pero es lo que menos importa en ese momento.
Pleno de felicidad, el esposo decide grabar todas las etapas para el recuerdo familiar, como una forma de compartir con el resto de la familia y con su futuro vástago esos instantes, presumiblemente felices.
Todo se precipita velozmente cuando se descubre que el feto crece más rápido de lo normal y que serán padres antes de los nueve meses de espera. La mujer, entonces, comienza a comportarse de una forma extraña y a atravesar distintas sensaciones, que se acrecientan según avanza el tiempo. Mientras, el filme se inserta de lleno en referencias al mundo de la brujería y del demonio, como anticipo de la espera de, ni más ni menos, que el hijo de Satanás. La última esperanza de salvación del mundo está en manos del esposo.
Hasta allí el planteo de la película escrita por Lindsay Devlin y dirigida por la dupla que conforman Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett. Es el ingreso al juego grande para los realizadores, de quienes se vio uno de los segmentos de “Las crónicas del miedo” (el llamado “10/31/98”).
Alison Miller, de amplio recorrido en el universo de la TV, es la madre del futuro Anticristo, mientras que el papel de su marido lo juega Zach Gilford, a quien vimos hace poco junto a Arnold Schwarzenegger en “El último desafío”. La película es una apuesta de Fox a la que no le fue nada mal en el estreno norteamericano: costó 7 millones de dólares y ya lleva recaudado más del doble de esa cifra.
Temas
Hollywood
Lo más popular
