La legión de fanáticos del Indio Solari cumplió con su ritual musical

Fue el mayor desplazamiento de personas realizado en la Argentina en muchos años. Los cálculos más conservadores hablan de 160.000 fanáticos (los más auspiciosos hacen crecer en 30.000 más la cifra) que se dieron cita en Gualeguaychú en la noche del sábado para escuchar al Indio Solari, indiscutiblemente el músico de mayor predicamento popular del país.

La migración hacia la localidad entrerriana superó todos los cálculos previos, pero se realizó sin incidentes ni problemas de importancia. No fue un recital: una vez más, Solari revivió por más de dos horas la “misa ricotera”, como se conocieron las presentaciones con los Redonditos de los 90.

La caravana de toda clase de vehículos fue el anticipo de su primer show del año, que tuvo una realización impecable en el hipódromo local (aunque el sonido no estuvo a la altura de la propuesta artística global) y en el que intercaló sus grandes éxitos de distintas épocas con las propuestas de su cuarto disco solista, “Pajaritos, bravos muchachitos”, que toca con Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.

Imágenes con la cara del Indio se multiplicaban en remeras y en banderas agitadas al ritmo de cánticos de barras de fútbol, que comenzaron horas antes de su ingreso al escenario. Los llegados de otros sitios casi triplicaron la cantidad de habitantes estables de Gualeguaychu, donde se montaron carpas hasta en la plaza principal, ante la saturación de hoteles, hospedajes y hasta albergues en casas de familia. Ni siquiera había espacio en la vecina Fray Bentos, la localidad uruguaya pasando justamente el río Uruguay por aquel puente que estuvo mucho tiempo cerrado por reclamos ecologistas contra la instalación de papeleras en el país vecino.

La furia se desató entre el barro acumulado de cuatro días de lluvia (paró antes del recital), el viento y el frío cuando, pasadas las 22.30 del sábado, comenzaron los acordes de “Nike es la cultura”, del álbum “El tesoro de los inocentes”, el primero de los 28 temas que sonaron.

El músico, de 65 años, pasó luego a los temas de su última producción con “Chau mohicano”, acompañado por Gaspar Benegas y Baltasar Comotto en guitarras, Marcelo Torres en bajo, Hernán Arramberri en batería, Alejo von der Pahlen y Sergio Colombo en saxo, Ervin Stutz y Miguel Ángel Tallarita en trompeta y trombón, y Pablo Sbaraglia en teclados.

Invitados especiales

Pero ellos fueron apenas poco más que espectadores de lujo del momento en que se presentaron tres de los compañeros del Indio en Los Redonditos. Con el saxofonista Sergio Dawi, el baterista Walter Sidotti y el bajista Semilla Bucciarelli en escena, la jornada fue definitivamente inolvidable y un botón de muestra de lo que significó la mítica banda para quienes no la vieron en su tiempo. Se esperaba que los tres músicos participaran en el show, ya que estuvieron en la grabación de “La pajarita pechiblanca”, de “Pajaritos...”, pero el suspenso duró hasta último momento.

Solari es un negocio en sí mismo, más allá de lo artístico, y así se evidenció con cientos de puestos de comida, ropa y recuerdos que colaboran con el negocio del espectáculo pago de mayor convocatoria de la Argentina. Por eso, la frase del intendente anfitrión, Juan José Bahillo, no suena exagerada cuando aseguró: “es el show artístico musical más grande de la historia de nuestro país”. Bahillo no fue el único político en el lugar, ya que el senador nacional kirchnerista Aníbal Fernández, confeso fanático del rock, también estuvo y aprovechó para sacarse selfies con otros fanáticos del Indio.