La democracia es irreversible

La democracia es irreversible

Por Sara Barderas, para agencia DPA.

24 Marzo 2014
Adolfo Suárez se quedó sentado en su escaño cuando dos centenares de guardias civiles sediciosos irrumpieron pistola en mano en el Congreso de los Diputados para tumbar una joven democracia que daba sus primeros pasos en España tras la muerte del dictador Francisco Franco. El terrorismo de ETA en los llamados años del plomo, la desastrosa situación económica del país y la legalización cuatro años atrás del Partido Comunista (PCE) -un golpe durísimo para los militares- habían abonado el terreno a las conspiraciones y alentado a un grupo de militares a intentar echar abajo el sistema.

Aquel 23 de febrero de 1981 se votaba en la cámara la investidura de su sucesor al frente de la presidencia del gobierno español. Suárez había presentado su dimisión tras perder el apoyo de casi todo su partido. La Unión de Centro Democrático (UCD), que había creado pocos años atrás para las primeras elecciones democráticas, le había dado la espalda. “¡Todo el mundo al suelo... al suelo! ¡Se sienten, coño!”, ordenó a gritos el teniente coronel golpista Antonio Tejero. Bajo las balas que volaron por la cámara sólo permanecieron inalterables Suárez; su vicepresidente del gobierno, el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado; y Santiago Carrillo, el líder del PCE. Con la muerte de Suárez desapareció el último de esos tres políticos que desde sus escaños encararon a los golpistas que intentaban acabar con la joven democracia española. Gutiérrez Mellado murió en 1995, y Santiago Carrillo, en septiembre de 2012. 

Temas España
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios