“El consumo de drogas desconoce de clases sociales”

“El consumo de drogas desconoce de clases sociales”

Los psicólogos del dispositivo de salud explicaron la problemática del barrio.

04 Marzo 2014
En octubre de 2012 inició el proyecto por el que Emilio Mustafá y Martín Vizgarra llevan adelante el dispositivo de salud en la Costanera Norte. Según contaron, el proyecto es llevado adelante entre la Fundación “Manos Abiertas” y la Secretaría de Articulación Territorial de la cartera de Desarrollo Social provincial.

“El dispositivo parte de la base de una experiencia anterior, realizada en Aguilares. El primer paso fue entrevistar a los chicos, para comenzar a estabilizarlos y curarles las heridas. Siempre desde la lógica de la reducción de daños. Recién ahí se puede comenzar a trabajar orgánicamente en la situación particular de consumo”, explicó Mustafá. Vizgarra, a su vez, consignó que el proyecto aborda la problemática de la adicción desde una concepción biopsicosocial. “No sólo consideramos las consecuencias de la sustancia, sino también las condiciones de vida y de pauperización en la que viven los chicos”, explicó.

Ese abordaje parte de considerar al sujeto como sano en tanto aprende a ver la realidad desde una perspectiva integradora. “Nos anteponemos a la corriente que dice que no puede hacerse nada por el adicto al paco. Durante muchos años se fundamentó lo que se llamaba la clínica del fracaso. Por eso es que nosotros sostenemos que hacemos la clínica de la esperanza, no desde un sentido religioso, sino desde la transformación. Sabemos que es difícil, pero luchando muchos pueden salir de la adicción”, describió Mustafá. En este sentido, indicaron, es fundamental entender que la adicción es una enfermedad y no un vicio. “Hay una gran estigmatización del consumidor del paco. Así como con el preso, está esta idea de que es irrecuperable. El paco caló tan hondo por la ramificación de oferta, por la enorme cantidad de puntos de venta. Inclusive hay días de la semana en que se regalan las dosis en la calle. No hay familia de la Costanera que no tenga un integrante que no haya tenido algo que ver con la sustancia”, argumentó Mustafá.

El paco, expresaron, genera la dependencia tanto orgánica como psíquica de la sustancia en sólo tres o cuatro meses, mucho menos tiempo que otras drogas. El efecto del paco, a su vez, dura cinco minutos. “Genera una profunda euforia, un estado maníaco y cuando el efecto pasa conlleva una profunda depresión y angustia. Por ello esta necesidad compulsiva del adicto de volver a fumar. Tuvimos casos de enfermos que consumieron hasta 50 dosis en menos de seis horas, por ello es que es tan perjudicial”, explicaron.

Al tratarse del residuo de la pasta base de la cocaína (llega pre procesada al país por la frontera norte), el paco es el equivalente a consumir la basura de la basura. “Tratamos de darles contención a los jóvenes, porque algunos volvieron de internarse por sus adicciones, pero al regresar al barrio el bombardeo es constante. El primer objetivo del grupo es dejar de consumir pasta base, que es tan destructiva. Luego, que abandonden las otras sustancias. Con el paso de las reuniones, las charlas no giran en torno a la sustancia, sino en busca de un proyecto de vida y de las dificultades para conseguir trabajo”, indicaron. Ellos comenzaron a ser protagonistas de sus propias vidas. El problema de la sustancia, según comentaron, esta vinculado a las condiciones de vida. No son iguales los efectos de la sustancia en una persona mal comida que en alguien de clase media, que se alimenta todos los días.

Parte del problema recae en que se considera a la droga como un problema de pobres, cuando trasciende a todas las clases sociales. “Se trata de un problema social, los principales responsables son los narcotraficantes, que no viven en una villa. Por el contrario, viven en los countrys más exclusivos que el dinero puede pagar”, argumentaron. Alrededor del circuito de narcotráfico, hay otras empresas vinculadas, como la industria farmacéutica, de donde se proveen de todos los productos químicos para los procesos de producción, o las financieras y paraisos fiscales. “El paco es una herramienta de control social porque mantiene a la juventud sumida. El adicto organiza su vida en función de la sustancia. Es un fenómeno mundial”, finalizaron.

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