Decenas de personas con remeras blancas, mariposas de papel multicolor y burbujeros que despedían al aire sus efímeras redondeces de agua y detergente eran el marco que tuvo ayer la plaza Independencia.
El paseo se transformó en un hervidero de solidaridad y energía positiva, en la víspera del Día de la Lucha contra el Cáncer Infantil, convocados por una movida de la Fundación Flexer para la cruzada “ponete la camiseta”, que busca que todos lleven hoy una prenda blanca como forma de manifestar su aporte a esta campaña.
El compromiso no sólo se manifestó con la concurrencia, los apoyos y la alegría aportada: un centenar de personas subieron al trailer móvil sanitario de la Provincia para donar sangre e inscribirse en el registro de donantes de médula ósea. Pusieron el cuerpo para ayudar a quienes más lo necesitan.
La parte artística de la movida estuvo dada por bailarines estuvieron al mediodía en la plaza y que anoche sorprendieron en distintos bares (y lo volverían a hacer hoy), con una coreografía especial con el tema “Vivir mi vida”, de Mark Anthony, en intervenciones urbanas que buscan desarrollar tareas de concientización en espacios no tradicionales. El grupo estaba mezclado entre la clientela y, al sonar la canción, se reunieron en un punto del local y ejecutaron los mismos pasos, mirando en todas las direcciones e invitando al público presente a vestir una remera blanca, en nombre de la iniciativa, y a bailar con ellos en nombre de los enfermos.
En los ensayos, algunos bailarines danzaron descalzos; otros extendieron brazos y piernas, para desplazarse por todo el espacio, y hubo quienes quedaron fascinados al ver su propia imagen en el espejo. Y todos transpiraron, aunque a ninguno le importó. “Me llamó la atención cómo chicos que bailan distintos ritmos o hacen teatro, resignaron el lucimiento de sus propias especialidades por una causa común. Lo que se impone es la pasión por el baile y la chance de transmitir un mensaje solidario a partir de eso”, explicó Bernarda Gianserra, bailarina y coreógrafa. A Tiziano Cruz, un actor de 25 años, la iniciativa le recordó su vida el año pasado, cuando enfermó de meningitis y estuvo más de un mes internado: “recibí mucho apoyo y me parece que sumarme es una manera de retribuir ese cariño que sentí; el arte tiene que transformar”.
Alfredo Gutiérrez, Tincho Landin y Nicol de Chazal son bailarines de salsa, y se entremezclaron con los de folclore Germán Haro y Tamara Chumba. Todos sonreían de oreja a oreja, sabiendo que eran parte de una misión muy especial.