Las golosinas no son solamente una debilidad para los niños. Los adultos han encontrado su propia versión de los dulces en la plataforma virtual y muchos no los pueden soltar.
Aunque no seas jugador-fanático (pareciera que no hay punto medio) del “
Candy Crush”, seguramente sabés de qué se trata porque tus contactos de Facebook te envían invitaciones, porque en una reunión de amigos hay varios que se “piden vidas” o porque tuviste que amenazar a tus hijos con quitarles el celular si no soltaban el bendito juego.
Este entretenimiento vio la luz en 2012 y cuenta con más de 45.6 millones de usuarios promedio al mes. Además, superó a FarmVille 2 como el juego más popular en Facebook. No se trata de una versión súperoriginal, ya que muchos
gamers reconocen que es una variante
aggiornada del Bejeweled.
Quizás esta sea una de las razones que desató la ira de otras compañías cuando King (la empresa creadora del Candy Crush) decidió patentar la palabra “candy” para impedir que se la utilizara en otros juegos. En su momento explicaron: “Hemos registrado la palabra Candy en Europa, ya que nuestra licencia está siendo constantemente infringida, motivo por el cual hemos tenido que reforzar nuestros derechos para proteger a nuestros jugadores y evitar confusiones”.
No conformes con eso, la misma empresa quiso impedir que otros 13 juegos que incluían la palabra “saga” (Por la versión Candy Crash Saga) tampoco vieran la luz. “Su naturaleza ‘engañosamente similar’ confundirá a los jugadores y potenciales usuarios de sus juegos, lo que tendrá un impacto negativo en la compañía”, justificaron.
Viejos rencoresEstos planteos legales reavivaron una vieja historia de plagio que no deja bien parada a la empresa creadora del Candy Crush.
Mathew Cox, desarrollador independiente de Stolen Goose, acusó a King de “doble moral”, alegando que los creadores del Candy Crush habían plagiado un juego de su estudio en 2009. “Es irónico que King.com se preocupe tanto por la propiedad intelectual cuando copiaron tan descaradamente nuestro Scamperghost con su juego Pac-Avoid en 2009”, explicó Cox en un blog de
20minutos.es.El plagio fue un golpe para Stolen Goose debido que unos días antes habían estado negociando con King la patente para ese juego. Como no llegaron a un arreglo monetario, al parecer, King decidió acortar camino y replicar Scamperghost, dando a luz un clon. Incluso se apuró y quiso sacar al mercado Pac-avoid antes de que apareciera el juego original. Pero no llegó a hacerlo y salió unos días después.
A simple vista son casi idénticos y ambos están inspirados en el viejo Pac-Man. “¡De hecho, tomaron la palabra “Pac” de Pac-Man (Namco) del mismo modo en el que ahora tratan de impedir que otras personas usen “Candy”!”, adujeron los miembros de Stolen Goose.
Es casi seguro de que estos entretelones legales no van a minar la popularidad del juego de las golosinas, ya que sigue sumando usuarios y niveles en todo el mundo.
Se levanta temprano y para despabilarse se sienta a jugar en la computadora“Hace tres meses me puse a jugar y chau”, así explica Carla Mora cómo ingresó al mundo del Candy Crush y quedó atrapada en sus mieles. Antes no podía entender cómo sus amigos podían estar enajenados con el jueguito, ahora reconoce que para despabilarse a la mañana nada mejor que un par de minutos - que se convierten en una hora- frente al Candy. “Creo que si soy un poco adicta”, dice. Hace dos semanas que está atascada en el nivel 86 y por una cuestión de honor está empecinada con superarlo. “Intentás hasta que se te acaban las vidas, entonces tenés que esperar o pedirle a alguien”. Claro que cuando la vida llega no queda otra que seguir jugando. Para evidenciar el grado de fanatismo que despierta, ella cuenta: “Una amiga se compró un celular y solo le interesaba que le instalaran el Candy”.
es jubilada y la única de su grupo de amigas que juega al Candy Norma Carrizo tiene 65 años y confiesa que cuando le contaban sobre el Candy Crush le parecía “un jueguito tonto”. Ahora se ríe de eso y admite que llegó a llamar a su hija a las dos de la mañana porque había quedado bloqueada en un nivel. “Silvita, pasame una vida” es otra de las frases que regularmente le repite a su hija cuando hablan por celular. “Ahora lo que me está costando mucho es el nivel 245. Hubo semanas enteras en las que no podía pasar hasta que le pedía a alguien que me ayudara”, dice. Obviamente ese alguien siempre fue algún miembro de la familia más joven, ya que Norma reconoce que ninguna de sus amigas se prendió con el juego. “Nunca me había enganchado tanto con algo. A veces se hacen las dos o tres de la mañana y comienzan a arderme los ojos. Recién ahí me voy a dormir”.