“Hay chicos que se aíslan, o ven una moto y lloran”

“Hay chicos que se aíslan, o ven una moto y lloran”

EL Estado no reaccionó, destacan los psicólogos Paola Brito, Marcela Sánchez y Roberto González Marchetti.

14 Diciembre 2013
Los sorprende que el Estado se haya borrado; que las autoridades que deberían haber reaccionado ante esta “emergencia” hayan hecho silencio de radio; desde el gobernador, Defensa Civil, los ministerios correspondientes; y los sorprende, más todavía, la cantidad de armas que han aparecido como por arte de magia, a menos de un mes de propiciada una “campaña de desarme”; y que muchos “vecinos” se hayan convertido en cómplices de delincuentes y que en muchos barrios convivan ahora saqueadores con saqueados.

Coinciden, también, en que los saqueos del lunes y martes han calado hondo en los chicos. Ahora, para miles de niños tucumanos, el hombre de la bolsa anda en moto y no tiene rostro identificable. En las redes, en algún posteo, alguien bautizó a esa horda, a esas bandas motorizadas como “un ejército de zombies”. Otro apeló a la metáfora de la serie “Walking dead”.

Paola Brito y Marcela Sánchez (Psicólogos sin fronteras) coinciden en el asombro con Roberto González Marchetti, un colega que también trabaja en el terreno del voluntariado: les cuesta rotular el episodio; pero coinciden en que el Estado debería haber sido el primer operador social ante esta “emergencia”.

“El sistema de salud ya tendría que haber actuado para ir a buscar a aquellas familias que están mal. El Estado tiene recursos y un poder de decisión del que nosotros carecemos”, observa Marcela. Roberto reafirma esa postura y acerca otros conceptos: trabajar en el terreno con los más vulnerables; ir a buscar a esos que no acuden a las redes sociales para hacer su catarsis. Y una vez ahí, hacer psicoeducación para modificar las conductas.

¿Hay un protocolo a seguir ante emergencias como ésta?. Paola, que ha intervenido en emergencias como la erupción del volcán Puyehue, apunta que es esencial una voz oficial que diga qué es lo que está pasando. “En estos días, hemos visto que las redes sociales viralizaban lo bueno y lo malo. Y esa información que circulaba por las redes debería haberla hecho circular el Estado”.

De lo contrario, ocurre lo que ocurrió; el rumor circulando por las redes avivó el miedo. “Lo que se espera en casos como éste -añade González Marchetti-es que el líder maneje y transmita una información veraz, a la altura de las circunstancias. El rumor es la consecuencia de la falta de un discurso oficial”.

Vuelve a la charla la reacción de los chicos. “Aparecieron crisis de llanto en los chicos, miedo a salir a la calle; ven motos y se espantan. Eso es lo que llamamos reviviscencia”, apunta González Marchetti: y aquí la advertencia: si esas reacciones continúan, hay que pedir la intervención de un terapeuta (ver nota central). Los tres colegas afirman que hay que trabajar para recuperar los valores y los lazos sociales que se han roto. Firmar un nuevo contrato social, coinciden. ¿Y con los chicos y las armas? Todo un tema. Roberto recuerda que los chicos ya llevan armas a la escuela para defenderse del “bullying”. Y advierte sobre los riesgos de que se esté legitimando un discurso colectivo de que hay que defenderse mediante la violencia. Sobre ese punto, Paola y Marcela señalan que urge poner límites en esta sociedqad en la que nadie los fija; en la que todo está permitido, en la que no hay sanción. Hay que ponerle límite al uso del arma; hacerles entender que el arma no es un juguete, y que puede ser un trágico camino de ida.

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