11 Diciembre 2013
LOCACIONES. Dos camiones del soporte técnico de History Channel transportan los equipos que se usan para filmar varias escenas en el Jockey Club. la gaceta / foto de hector peralta
Benjamin Siegelbaum, popularmente conocido en el ámbito de la mafia estadounidense como Bugsy Siegel, nunca pisó Tucumán. Aunque, si es cierto que los personajes históricos retoman vida a través de quienes los interpretan, se debería decir que no estuvo en nuestra provincia hasta ahora, pese a que fue asesinado en 1947.
La vida del inventor de Las Vegas, del creador de la meca del juego y la diversión eterna las 24 horas del día y los 365 días del año, de los casamientos veloces y los divorcios aún más rápidos, está siendo recreada en un ciclo de documentales dramatizados sobre la mafia de EEUU que filma el canal norteamericano History Channel.
Más de un centenar de actores y técnicos trabajan desde el domingo y por dos semanas en la provincia para filmar dos de los cuatro episodios de la miniserie, que se podrá ver en la pantalla chica desde mediados de 2014. Por el momento, no hay información oficial; de hecho, los responsables en Tucumán no fueron autorizados por la oficina central de la empresa (una de las más importantes productoras de televisión del mundo) para dar entrevistas o información a LA GACETA. Los datos obtenidos surgen de los permisos gestionados ante la Provincia para la filmación y los auspicios logrados.
La producción fue declarada de interés turístico y cultural por los entes oficiales respectivos, y municipal por la capital. Especialmente importante fue el respaldo del Ente Tucumán Turismo, a través del cual se consiguieron apoyos varios, de alto impacto organizativo y económico. Filmar en la Argentina es barato en comparación con otros países, cuando se compara la capacidad y preparación de los trabajadores y la disponibilidad de los equipos.
En la miniserie están comprometidos profesionales surgidos de las escuelas universitarias de Teatro (hubo un casting convocado por las redes sociales del que participaron cerca de 350 interesados) y de Cine de Tucumán, así como actores independientes. Cerca de la mitad del staff técnico y artístico vino de la Capital Federal. La organización local está a cargo de Ánima Films, de Francisco Casagrande.
Otro tiempo, otro lugar
De pronto, un coqueto salón del primer piso del Jockey Club se transforma en una habitación de lujo. De espaldas está la mujer de Bugsy, Virginia Hill, mirando hacia un lugar indeterminado, que en la ficción está muy lejos de la plaza Independencia, donde da la ventana y llueve en la tarde del lunes. Y lejos también de los saqueos que agitaron a la provincia desde ese día.
En la calle, los técnicos tiran cables para alimentar con electricidad los equipos que serán usados en la sala de reuniones de la Federación Económica de Tucumán, transformada ahora para albergar una cumbre de gánsters, con la presencia en la ficción del más conocido de todos: Al Capone.
Ayer, la cita fue en el casco del ex ingenio San Pablo, con fiesta mexicana incluida, obviamente amenizada por los infaltables mariachis. Y el plan de rodaje continuará con persecuciones entre mafiosos y el implacable FBI con autos de época (sólo norteamericanos, preferentemente de marca Ford y de modelos fabricados entre 1920 y 1940) por rutas de tierra de Los Nogales; imágenes panorámicas en Villa Nougués que referencien otro lugar y otro tiempo, y escenas en la Caja Popular de Ahorros.
Bugsy recibió U$S 1 millón de Lucky Luciano para construir un hotel de lujo con un gran casino, que llamó Flamingo en homenaje a su mujer; pero su derroche de lujos lo llevó a gastar cuatro veces más, para lo cual obtuvo el dinero estafando a los mafiosos más importantes de su país. Está claro que no fue su mejor idea: terminó sus días acribillado, cuando Las Vegas era apenas una lamparita de bajo voltaje de la luminaria que nunca se apaga que es ahora.
Virginia tuvo sus propios tratos con la mafia, antes y después de Bugsy. Según el periodista mexicano, Juan Alberto Cedillo, en 1948 fue la emisaria del padrino, Meyer Lansky, quien la envió a instalarse en Acapulco para montar un casino y comprar opio para fabricar morfina, donde a través de costosas fiestas (como la recreada en Tucumán) frecuentó a destacados hombres de la política (fue amante del presidente, Miguel Alemán), la economía y la cultura, como Frida Kalho y Andrés Rivera, personificados por actores locales, igual que Capone y decenas de personajes más. Sin embargo, el amor y la tristeza pudo más. Sin Siegel, dejó todo, viajó a Europa y recayó en Austria, donde se suicidó con una sobredosis de pastillas en 1966.
De algún modo, sus historias jamás se separarían. Ni siquiera en Tucumán, donde se filman sus vidas y juegan a ser eternos.
ACTORES
casting convocado a través de facebook
El casting se lanzó por Facebook y con detalles muy precisos: con la imagen de un rostro al que el postulante debía parecerse, además de los requisitos de ser actor o actriz y la edad. En los dos primeros días de grabación (domingo y lunes) se recreó una gran fiesta en el Jockey Club. “Nos están tratando muy bien, estamos cómodos, nos pagan y las jornadas son hasta ahora de seis horas”, contó una de las actrices, cuyo contrato incluye una cláusula de confidencialidad. En Facebook, igualmente, algunos pudieron subir fotografías con los trajes de época. En una de ellas, se puede ver a los artistas mexicanos Diego Rivera (interpretado por Sandro Pereira con imponente sombrero) y a Frida Kahlo (personificada por Sandra Pérez Luna). Para el equipo técnico y de asistentes (conformado en parte por tucumanos), la jornada de trabajo supera las 10 horas.
La vida del inventor de Las Vegas, del creador de la meca del juego y la diversión eterna las 24 horas del día y los 365 días del año, de los casamientos veloces y los divorcios aún más rápidos, está siendo recreada en un ciclo de documentales dramatizados sobre la mafia de EEUU que filma el canal norteamericano History Channel.
Más de un centenar de actores y técnicos trabajan desde el domingo y por dos semanas en la provincia para filmar dos de los cuatro episodios de la miniserie, que se podrá ver en la pantalla chica desde mediados de 2014. Por el momento, no hay información oficial; de hecho, los responsables en Tucumán no fueron autorizados por la oficina central de la empresa (una de las más importantes productoras de televisión del mundo) para dar entrevistas o información a LA GACETA. Los datos obtenidos surgen de los permisos gestionados ante la Provincia para la filmación y los auspicios logrados.
La producción fue declarada de interés turístico y cultural por los entes oficiales respectivos, y municipal por la capital. Especialmente importante fue el respaldo del Ente Tucumán Turismo, a través del cual se consiguieron apoyos varios, de alto impacto organizativo y económico. Filmar en la Argentina es barato en comparación con otros países, cuando se compara la capacidad y preparación de los trabajadores y la disponibilidad de los equipos.
En la miniserie están comprometidos profesionales surgidos de las escuelas universitarias de Teatro (hubo un casting convocado por las redes sociales del que participaron cerca de 350 interesados) y de Cine de Tucumán, así como actores independientes. Cerca de la mitad del staff técnico y artístico vino de la Capital Federal. La organización local está a cargo de Ánima Films, de Francisco Casagrande.
Otro tiempo, otro lugar
De pronto, un coqueto salón del primer piso del Jockey Club se transforma en una habitación de lujo. De espaldas está la mujer de Bugsy, Virginia Hill, mirando hacia un lugar indeterminado, que en la ficción está muy lejos de la plaza Independencia, donde da la ventana y llueve en la tarde del lunes. Y lejos también de los saqueos que agitaron a la provincia desde ese día.
En la calle, los técnicos tiran cables para alimentar con electricidad los equipos que serán usados en la sala de reuniones de la Federación Económica de Tucumán, transformada ahora para albergar una cumbre de gánsters, con la presencia en la ficción del más conocido de todos: Al Capone.
Ayer, la cita fue en el casco del ex ingenio San Pablo, con fiesta mexicana incluida, obviamente amenizada por los infaltables mariachis. Y el plan de rodaje continuará con persecuciones entre mafiosos y el implacable FBI con autos de época (sólo norteamericanos, preferentemente de marca Ford y de modelos fabricados entre 1920 y 1940) por rutas de tierra de Los Nogales; imágenes panorámicas en Villa Nougués que referencien otro lugar y otro tiempo, y escenas en la Caja Popular de Ahorros.
Bugsy recibió U$S 1 millón de Lucky Luciano para construir un hotel de lujo con un gran casino, que llamó Flamingo en homenaje a su mujer; pero su derroche de lujos lo llevó a gastar cuatro veces más, para lo cual obtuvo el dinero estafando a los mafiosos más importantes de su país. Está claro que no fue su mejor idea: terminó sus días acribillado, cuando Las Vegas era apenas una lamparita de bajo voltaje de la luminaria que nunca se apaga que es ahora.
Virginia tuvo sus propios tratos con la mafia, antes y después de Bugsy. Según el periodista mexicano, Juan Alberto Cedillo, en 1948 fue la emisaria del padrino, Meyer Lansky, quien la envió a instalarse en Acapulco para montar un casino y comprar opio para fabricar morfina, donde a través de costosas fiestas (como la recreada en Tucumán) frecuentó a destacados hombres de la política (fue amante del presidente, Miguel Alemán), la economía y la cultura, como Frida Kalho y Andrés Rivera, personificados por actores locales, igual que Capone y decenas de personajes más. Sin embargo, el amor y la tristeza pudo más. Sin Siegel, dejó todo, viajó a Europa y recayó en Austria, donde se suicidó con una sobredosis de pastillas en 1966.
De algún modo, sus historias jamás se separarían. Ni siquiera en Tucumán, donde se filman sus vidas y juegan a ser eternos.
ACTORES
casting convocado a través de facebook
El casting se lanzó por Facebook y con detalles muy precisos: con la imagen de un rostro al que el postulante debía parecerse, además de los requisitos de ser actor o actriz y la edad. En los dos primeros días de grabación (domingo y lunes) se recreó una gran fiesta en el Jockey Club. “Nos están tratando muy bien, estamos cómodos, nos pagan y las jornadas son hasta ahora de seis horas”, contó una de las actrices, cuyo contrato incluye una cláusula de confidencialidad. En Facebook, igualmente, algunos pudieron subir fotografías con los trajes de época. En una de ellas, se puede ver a los artistas mexicanos Diego Rivera (interpretado por Sandro Pereira con imponente sombrero) y a Frida Kahlo (personificada por Sandra Pérez Luna). Para el equipo técnico y de asistentes (conformado en parte por tucumanos), la jornada de trabajo supera las 10 horas.