Sólo apariencias
Pintadas de amarillo y relucientes; a simple vista, útiles e inclusivas. Así lucen a los ojos de aquellos que no las necesitan -y a pocos días de las elecciones- las rampas para personas con discapacidad que se encuentran en algunas de las esquinas del centro (no en todas; en muchas ni siquiera existen). Pero si se las mira a través de la experiencia de aquellos que las requieren para circular a diario, como "Pirucha" Romano Molina, empiezan a aparecer los problemas: demasiado angostas para las sillas de ruedas, tan empinadas que son imposibles de subir, elevadas varios centímetros por encima del pavimento, rodeadas por agua y por baches, ocupadas por vendedores ambulantes, en definitiva, inútiles. Es triste porque donde debería haber una respuesta del Estado a un problema que afecta a muchas personas sólo hay pintura nueva y apariencias. A "Pirucha" y a muchos otros ciudadanos que tienen el mismo derecho a circular que el resto no les queda otra opción que depender de transeúntes solidarios que los ayuden a bajar y subir de las veredas.

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