"Gracias al padre Pío estoy en la Argentina"

GRUTA. Rafaela Apadula de Frasca en avenida Belgrano al 1.700. FOTO GENTILEZA LUIS FRASCA  GRUTA. Rafaela Apadula de Frasca en avenida Belgrano al 1.700. FOTO GENTILEZA LUIS FRASCA
23 Octubre 2013
De no ser por el Padre Pío, la italiana Rafaela Apadula de Frasca hubiera seguido viviendo en su pueblo natal, cerca de San Giovanni Rotondo, en Acherno, Salerno. "Mi papá había venido a la Argentina para hacer la América. Mi mamá y mis dos hermanas chicas nos quedamos con ella. Pero pasaron seis años y papá no volvía. Entonces mi madre fue a verlo al Padre Pío en 1952 para preguntarle qué debía hacer. Todo el mundo sabía que el Padre Pío tenía el don de la clarividencia; llegaban colectivos llenos de gente para confesarse con él", cuenta la mujer que hoy tiene 73 años.

"Apenas vio a mi madre, el Papa Pío le dijo: 'usted tiene que seguir a su marido'. Y nos vinimos para acá; mi padre trabajaba de zapatero y era músico, tocaba en la retreta de la plaza Independencia", cuenta.

Rafaela tenía además un primo que no creía en el Padre Pío. "Es un curandero", decía. Pero se fue a confesar con él y cuando el Padre lo vio lo mandó afuera. "Primero se arrepiente de lo que ha pensado de mí y después viene a confesarse", le dijo.

Rafaela y sus vecinos han construido una gruta en honor al Padre Pío en avenida Belgrano al 1.700 y le rezan todos los 23.

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