Curó a una nena angoleña, la adoptó y la trajo a Tucumán

Curó a una nena angoleña, la adoptó y la trajo a Tucumán

La niña había llegado desnutrida y enferma al centro médico evangélico donde trabajan tres profesionales tucumanos en Angola. La conmovedora historia. Video.

EN BUSCA DE UNA FOTO. Instintivamente, la pequeña, de un año y ocho meses, busca el lente del fotógrafo y le regala su mejor sonrisa. LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO EN BUSCA DE UNA FOTO. Instintivamente, la pequeña, de un año y ocho meses, busca el lente del fotógrafo y le regala su mejor sonrisa. LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO
Ella misma se lo había pedido a Jesús cuando tenía 16 años: "Señor, quiero que seas vos el que controle mi vida". Aquella frase la guió desde entonces, la trajo desde su Bolivia natal hacia Tucumán, a los 17 años, para estudiar enfermería en la UNT, y también la enroló como voluntaria de la iglesia evangélica Jesús Salva en África. Pero recién hace pocos meses, mientras jugaba con la pequeña Sarita tomó la exacta dimensión de esa vieja promesa. "Sólo Dios era capaz de todo eso", pensó. Esa bebé africana, que había entrado a su consultorio en brazos de sus abuelos, enferma y desnutrida, había dejado de ser su paciente para convertirse en su propia hija. Elizabeth Rueda volvió a Tucumán y compartió su historia con LA GACETA.

Todo comenzó en Luena, capital de Moxico, una provincia de Angola. Durante algún tiempo fue colonia portuguesa, por lo que la población habla portugués además de su propio dialecto. Elizabeth soñaba con ir a misionar allá desde hacía muchos años. Hasta que en 2007 la UNT le permitió hacer el rotatorio en el centro médico evangélico de Luena. Allí pudo comprobar la necesidad de atención médica y espiritual de esa población.

"Siempre me gustó ayudar a la gente sabía que cuando me recibiera no solo iba a poner inyecciones sino que quería ayudar al prójimo. La iglesia evangélica me dio esa posibilidad", dice con voz suave y casi con timidez. El equipo médico donde está Elizabeth desde la primera Navidad de 2010 está conformado por cuatro argentinos: el médico clínico Juan Emilio Palacios; su esposa, Adriana Rosetto de Palacios, ginecóloga, ambos tucumanos, y la enfermera Liliana Díaz, de Salta.

"Como los profesionales somos pocos y la demanda es grande, debemos ser polifuncionales, hacemos de todo", cuenta con gracia, mientras la pequeña Sara, de un año y ocho meses busca instintivamente la cámara del fotógrafo, y sonríe.

"Un día estaba yo en el consultorio cuando entra una mujer con su nieta de dos meses en brazos. Decía que la niña no paraba de llorar. La revisé para ver si había contraído malaria, pero los resultaron dieron negativos. Empecé a sospechar que lloraba por hambre. La abuela sólo la alimentaba con kisangua (agua de maíz) y le daba el pecho porque aún tenía leche. Pero la bebé solo pesaba dos kilos. La familia era muy humilde. Le dí varias latas de leche Nan y le dije que volviera a la semana. Pero cuando regresó a la consulta, la niña estaba más desnutrida que antes. Le propuse entonces que la dejara en casa y cuando mejorara se la devolvería", relata.

Al séptimo mes, Sarita había alcanzado el peso ideal. Pero los abuelos paternos no quisieron llevarla. "Somos muy pobres, la bebé morirá si se queda con nosotros", se sinceraron.

La pobreza no era la única razón por la que Sarita no podía quedar en su grupo familiar. "En la tribu de los Tchokues, a la que pertenece Sarita, existe la creencia que cuando alguien muere siempre hay un culpable. La mamá de la bebé había fallecido a los tres días de dar a luz, por eso la familia materna culpó a la niña. No quería saber nada con ella porque decían que el maleficio había pasado a la descendencia. En realidad la madre, una chica de 16 años, debía haber muerto por una infección puerperal", explica la enfermera.

La vida de Elizabeth ha cambiado completamente. "Antes no tenía horario de salida, ahora salgo corriendo para estar con mi hija. Aunque llegue muerta de cansancio me pongo a jugar con ella", cuenta Elizabeth, de 43 años. "Los otros miembros del equipo son sus tíos del corazón y la miman todo el tiempo", sonríe con picardía. "Su nana pertenece a la misma etnia que Sarita así que ella le enseña el dialecto", añade.

Eli, de tez morena y contextura pequeña, se queda pensativa por un momento. "Cuando salí hacia Angola no sabía qué iba a ocurrir. En realidad siempre me sentí de paso en cualquier lugar donde fuera. Pero ahora puedo decir que encontré mi lugar en el mundo. Es más, como ya hay nativos que están empezando a hacer lo mismo que nosotros, quisiera mudarme más adentro, donde hay aldeas con muchas necesidades", planea sin evitar que le brillen los ojos de una manera especial. Hace un silencio y suelta una última confesión: "mira, me he equivocado muchas veces en mi vida, pero sé que en mi carrera no". Vuelve a recordar la promesa que le hizo a Dios cuando era adolescente y piensa que si Él no tuviera el control de su vida, tal vez, ella no se sentiría capaz de recibir el gran regalo de ser mamá, en su "lugar en el mundo".

El Equipo Argentino
Voluntarios de la iglesia Jesús Salva

Integrantes del equipo argentino que trabaja en el centro médico evangélico en Luena: Didier Palacios (estudiante tucumano nacido en Guinea Ecuatorial), Adriana Rossetto de Palacios (medica ginecóloga), Juan Emilio Palacios (médico), Mónica Liliana Díaz (enfermera de Salta), Mariana Urbina (docente de Bahia Blanca) y Elizabeth Rueda (enfermera de Tucumán), con Sarita en brazos.

El lugar
Luena era una colonia portuguesa y aún sufre las consecuencia de la guerra civil

Luena es la capital de la provincia de Moxico, Angela, África. Fue fundada por los portugueses a principios del XX y su nombre original era Vila Luso. Tiene una población de 35.000 habitantes. En Angola viven varias tribus, entre ellas las de los Tchókues, Luchazes, Luvales, Umdundus, Dembos Lunda y Buttla. Es un país muy pobre, con una gran población que se dedica al cultivo de la tierra. Desde 2002 Luena se encuentra en proceso de reconstrucción después de la guerra civil.

"El 24% de los menores de un año mueren a causa de enfermedades y del hambre"
Debido a la falta de alimento y a las pésimas condiciones de vida, la mortalidad infantil es muy alta. "La mayoría llega a nuestro centro médico sin ropa, sin comida y sin dinero. Nosotros además de curarlos les damos los remedios", cuenta la enfermera Elizabeth Rueda, que vivía en Tucumán desde los 17 años. "Aquí tenemos muchísimas enfermedades, las principales son la malaria (sobre todo en época de lluvia), la tuberculosis, la diarrea y el sida", explica.

Está abierta la inscripción de voluntarios para los que quieran ir a misionar en Africa
Los que deseen informarse sobre la misión pueden mandar un mail a [email protected] o llamar al teléfono 0381- 4565415.

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