Sin tackles no hay paraíso

Sin tackles no hay paraíso

Los Pumas jugaron un pésimo partido en defensa y Australia los demolió con siete tries.

FENÓMENO. Marcelo Bosch, autor del primer try de Los Pumas, siempre se las ingenió para complicar a los australianos. FENÓMENO. Marcelo Bosch, autor del primer try de Los Pumas, siempre se las ingenió para complicar a los australianos.
¿Cómo explicar la desazón de toda esa gente que comenzó a abandonar el Gigante en la mitad del complemento, y la de aquéllos que se quedaron pegados a la butaca retorciéndose con cada puñalada australiana incrustada en el ingoal? ¿Cómo explicar que lo que podía ser el primer triunfo de Los Pumas en dos años de Rugby Championship terminó siendo, por el contrario, una de sus derrotas más truculentas? Simplemente, no se puede. El recorrido argentino por la edición 2013 terminó tan mal como empezó, porque aunque los números hayan sido algo más amables, el 54-17 de ayer fue emocionalmente equiparable a la masacre del debut en Johannesburgo.

Cuesta creer que, con solo dos cambios, el equipo que entró al césped "canalla" haya sido tan distinto al que hace una semana dominó a los All Blacks. Desconcentrado, impreciso en el control de la ovalada y mezquino en el tackle. Israel Folau demoró 2' en mostrar qué era capaz de hacer este león herido llamado Australia si lo dejaban jugar. Y Los Pumas lo dejaron.

Sacándole el jugo a la posesión y abriendo la cancha, los Wallabies se filtraron tres veces hasta el más allá por las innumerables grietas que dejaba la defensa argentina.

Solo un try antes de la primera corneta podía devolver a Los Pumas al partido, y el hacedor de la resurrección fue Marcelo Bosch, por lejos el argentino más incisivo.

La pequeña esperanza que subyacía en ese 25-10 parcial se esfumó con un deja vu: otra vez Folau enterró la guinda a los 2', para completar su hat-trick y dejar al 15 local rodando por la pendiente, con su sólido scrum como único e insuficiente argumento. El try de Landajo fue solo un pequeño oasis de mero valor estadístico, en medio de un desierto propiciado por la voracidad australiana, que siguió buscando el ingoal hasta el final. Por desgracia, lo encontró otras tres veces.

No queda otra que seguir esperando. Antes que ganar, hay que crecer. Sino, será pura suerte.

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