Tres salas llenaban de fantasía las noches del barrio

Los cines Nueve de Julio y Ocean eran vecinos, en avenida Juan B. Justo al 1.000; el primero se fundó en 1930; el Fénix funcionaba al aire libre. El Ocean competía con su vecino. En Blas Parera 43 funcionaba el tercero

SIN RASTROS. El 9 de Julio funcionaba en Juan B. Justo 1.089. Hoy sólo queda parte de la fachada. LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARAOZ SIN RASTROS. El 9 de Julio funcionaba en Juan B. Justo 1.089. Hoy sólo queda parte de la fachada. LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARAOZ

El encanto de los cines de barrio era único, inigualable e imborrable. Y Villa 9 de Julio, a pesar de su fama de barrio pesado o de guapos, disfrutaba de la presencia de tres salas: el 9 de Julio y el Ocean funcionaban sobre la Juan B. Justo, y el Fénix, en Blas Parera primera cuadra.

Cuando los vecinos mayores del barrio ubicado al noreste del casco céntrico caminan por el 1.000 de Juan B. Justo, seguramente evocan esa fantasía que, tarde y noche, cobraba vida sobre una pantalla y los emocionaba con sus funciones entre las décadas de 1930 y 1970.

El pionero

El cine 9 de Julio se inauguró en el período de transición entre el cine mudo y sonoro. "Por ese motivo, en la programación de la sala se aclaraba que el filme que se exhibía era sonoro o hablado en castellano", explicó José del Valle Argañaraz, otrora presidente del club Sportivo Guzmán.

La sala de avenida Juan B. Justo 1.089 se habilitó el domingo 18 de mayo de 1930. Por entonces se denominaba prolongación bulevar Avellaneda segunda cuadra y por ese sector aún no había numeración en las casas. Hubo tres funciones, de acuerdo a nuestro archivo. Una matiné infantil desde las 15 con 20 actos de películas cómicas, seriales y de cowboys.

Producciones de EE.UU.


La sesión familiar de las 18.15 y la nocturna, a partir de las 21.30, incluteron dos producciones estadounideses. El drama romance de una hora de duración, estrenado en 1927, El Corazón de Maryland (con Dolores Costello, Jason Robards Sr. y Warner Richmond y la dirección de Lloyd Bacony) y Sueño de Amor (1928), dirigida por Fred Niblo y las actuaciones de Nils Arthur y Joan Crawford. La primera era una producción de la Warner Bros y la segunda, del sello Metro Goldwyn Mayer.

La sala fue construida y administrada hasta 1950 por la North Argentine Films, del empresario Guillermo Renzi, oriundo de Riminí, Italia; pero radicado en Santiago del Estero.

"Durante casi 30 años fue el único cine que había en el sector noreste de la capital, en Villa 9 de Julio. Después de 29 años de existencia del 9 de Julio, se sumaron el Ocean, en avenida Juan B. Justo 1.031, y el Fénix, en Blas Parera 43", señaló el cinéfilo investigador Ricardo Brunetti."No estaba considerada como una sala de estrenos. Pero sí fue un cine muy popular en toda su existencia, porque su programación respondía a filmes de géneros cómicos, comedias, aventuras y cowboys. Las matinés de los domingos eran multitudinarias", describió Miguel IgnacioMuratore, de 74 años, habitué del cine.

En la década del 50 la Compañía Cinematográfica del Norte transfirió el 9 de Julio a la firma Gloria S.R.L, que conformaban Adela Ortiz con Mario Piciuchi. Y en 1953 se incorporó al grupo de trabajo Hugo Espinoza, que le brindó una dedicación exclusiva. Don Hugo venía de desempeñarse un par de años en el cine Plaza y a través de su gestión logró transformar al 9 de Julio en un cine familiar.

Nuevo impulso

"La sala tenía capacidad para 500 personas -400 plateas y 100 pullman, en la parte alta-. Las butacas eran de madera. El operador de la sala de proyecciones era el señor Coronel y don Rivas imponía orden y respeto en el pullman cuando alguien procuraba molestar a los de la platea", explicó Hugo Espinoza, de 77 años.

Las películas de Isabel Sarli y de Palito Ortega (Mi primera novia, Fiebre de primavera, El club del Clan, Un muchacho como yo), de Cantinflas (Mario Moreno) y largometrajes como Dr. Zhivago, Ben Hur, El manto sagrado, El Ferroviario y Filomena Maturana, entre otros, convocaban a multitudes que hacían largas colas para comprar las entradas.

En 1957, con la llegada del cinemascope, y al igual que otras salas, el 9 de Julio fue ampliado, modernizado y dotado de pantalla panorámica. Reabrió el 20 de noviembre con El hombre en las tinieblas, un thriller de suspenso y terror de 70 minutos, con Audrey Totter,Dayton Lummis y Edmond O'Brien y Cuando me vaya, de 1954, con Libertad Lamarque, Eduardo Alcaraz y Norma Ancira. Además, el manisero (don Antonio) y el caramelero eran muy requeridos y apreciados.

"El costo de las entradas era un 50% menos del que tenían las salas céntricas y cuando llovía, la gente se quedaba en la sala hasta las 2 de la madrugada. Esperaban que baje el agua que anegaba la Juan B. Justo", destacó don Espinoza.

Pero los cines de barrio fueron desplazados por complejos multisalas, guarderías, polirubros, depósitos o por algún pastor mediático. Y a Villa 9 de Julio, aunque aparezca apartada de todo, el tiempo siempre vuelve en la memoria de quienes supieron disfrutarlos.

Nacieron al mismo tiempo pero uno duró mucho más

El Ocean y el Fénix se crearon el mismo año: en 1959. Sólo que el segundo dejó de funcionar en 1969; y el primero extendió su existencia hasta 1977.

La sala próxima al 9 de Julio, pertenecía a Humberto Veglia y se fundó el 6 de enero del 59. La premiere incluyó dos filmes en dos funciones. Una, a las 18 y otra, a las 21.45 y proyectaron El capitán Huracán, con la reina del technicolor, Yvonne De Carlo, y John Ireland; y Duelo de titanes, una película que el director John Sturges realizó para la Paramount Pictures, con Kirk Douglas y Burt Lancaster, de acuerdo al testimonio de Antonio Cáceres, de 72 años.

En cambio, el cinematógrafo de Blas Parera primera cuadra era al aire libre. La propiedad pertenecía a Omar Enrique Toledo Medina y Ana María Arias, pero lo administraba don Hugo Espinoza y tenía capacidad para unas 400 personas. Se fundó el 28 de noviembre de 1959 con una función nocturna, desde las 21.45. El programa inicial incluyó Juventud indomable, un policial sobre la delincuencia juvenil, con Mamie Van Doren y Lorie Nelson, y un drama en medio de una de las zonas más frías y nevadas de Canadá, donde se precipita a tierra un avión de carga, Una isla en el cielo, con John Wayne,Walter Abel y Lloyd Nolan.

"El Ocean ofrecía programas populares y presentaba un diseño moderno superior a algunas viejos cines céntricos de la época. Técnicamente estaba bien dotado y ello se podía apreciar en las imágenes y el sonido", subrayó Ernesto Samprietti (68 años), que supo colaborar en la limpieza de la sala.

"El Fénix disponía de un quiosco bar, como servicio adicional para sus funciones, y exhibía películas policiales, de acción, de hombres duros y heroicos, como así también de amor", comentó Eduardo Colomo, un vecino de la zona.

La sala de Blas Parera cerró en 1969 y su local fue utilizado por un imprenta. Hoy aloja a una industria.

El Ocean, que estaba a pocos metros del apeadero Mercadito del Norte del ex ferrocarril Belgrano, una vez sufrió las consecuencias del choque de un tren de carga con un camión cisterna. El 9 de Julio también padeció un incendio.

Varios espectadores de los tres cines de Villa 9 de Julio salían de las funciones y se dirigían a la pizzería Tano y al quiosco "El Gordo", en una platabanda de Esquina Norte.

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