A 40 años Euforia y decepción de más de 10.000 tucumanos

A 40 años Euforia y decepción de más de 10.000 tucumanos

Hay una historia encerrada en los dramáticos sucesos del 20 de junio de 1973. Es la gigantesca movilización que se produjo en la provincia, y en la que confluyeron miles de militantes. Trenes, colectivos y autos los llevaron a Ezeiza, al encuentro con Juan Domingo Perón. Cuatro décadas después, los protagonistas revelan los detalles de aquellas jornadas.

ESTACIÓN TOMADA. Las organizaciones peronistas liberaron los trenes. Miles de tucumanos viajaron gratis.  ESTACIÓN TOMADA. Las organizaciones peronistas "liberaron" los trenes. Miles de tucumanos viajaron gratis.

¿Qué lleva a un jovencito que apenas pasó los 20 años a desandar 2.600 kilómetros con lo puesto? Edmundo Salim se toca el corazón. "Era el encuentro con nuestro líder", sintetiza Osvaldo Heredia. "Queríamos construir una sociedad mejor", sostiene Humberto Rava. Fernando Sosa Padilla lo avala en silencio. Carlos Lainos, que vivía en Buenos Aires y también estuvo en Ezeiza el 20 de junio de 1973, habla de mística. Hay un hilo conductor entre todos ellos. Las ideas que pueden haberlos separado hace 40 años, el día que Juan Domingo Perón volvió para siempre a la Argentina, se licuaron en un torrente emocional.

Detrás de los ojos húmedos de los protagonistas, una marca registrada en cada entrevista, se adivinaron el orgullo y la pasión. "Buena, regular o mala, ese día hicimos historia", subraya Lainos. "Dos millones mirábamos mientras unos cuantos se mataban a tiros", apunta Heredia, y la tristeza se le hace carne.

Ezeiza fue un fenómeno vasto, tanto que pasaron cuatro décadas y sigue estudiándose a fondo. Todavía quedan demasiados cabos sueltos. Ni siquiera puede establecerse el número de muertos que dejó el choque entre los extremos del movimiento peronista. Balas de derecha y de izquierda, y en el medio, más de 10.000 peregrinos tucumanos, ilusionados con el reencuentro con Perón. Nunca se produjo.

"Vamos a tomar el tren", era la consigna que recuerda "Mundi" Salim. Una llamada telefónica a Buenos Aires corrobora el dato con un agregado: Víctor Lupo viajó con él, en uno de los vagones de carga. Salim había crecido en una familia peronista. Recuerda que en su casa estuvo a punto de alojarse Isabelita, allá por 1966. A comienzos de los 70 empezó a militar en la Facultad de Arquitectura y confluyó en Guardia de Hierro.

"Llegamos a Buenos Aires y pasamos la noche frente a la Facultad de Medicina, escuchando cantar a Piero y a Marilina Ross", apunta. Marcharon antes de la madrugada y las 9 de la mañana estaban en Ezeiza.

En el mismo tren, Heredia compartió la travesía con su hermano, Rodolfo, y con dos compañeros (López y Quiroga). Quedaron alojados en el autódromo porteño, cerca de Lugano, y muy temprano tomaron la autopista rumbo a la fiesta soñada. Heredia estudiaba Ingeniería y militaba en la Organización de Trasvasamiento Generacional (OTG).

Sosa Padilla también tomó el tren, pero Rava conducía un nutrido grupo de militantes que se quedaron sin lugar. Por eso, en Corrientes y Salta abordaron tres ómnibus, acción encuadrada en la lógica del clima de época y la determinación de la Juventud Peronista. "Queríamos manejar nosotros, pero los choferes nos dijeron: no se preocupen muchachos, nosotros los llevamos", recuerda Rava con una sonrisa. La nafta se cargaba en Esso o en Shell. Es que en las YPF se pagaba...

Una vez en la capital se instalaron en los estadios de Vélez Sarsfield y de Argentinos Juniors, y al día siguiente la columna, pletórica de entusiasmo, llegó a Ezeiza.

El día más feroz

La película del 20 de junio es en blanco y negro, desconcertante. Si el cine regalara olores, entregaría el de la pólvora. La puesta: un escenario imponente, coronado por gigantografías de Perón y de Evita. Leonardo Favio arengando a la multitud, micrófono en mano. Una banda sonando a pleno. Después se comprobó que habían introducido armas en los estuches de los músicos. Al frente: más de dos millones de argentinos. Acción.

"Me ubiqué a la izquierda del palco -cuenta Heredia-. De repente se escucharon tiros cerca de los árboles. Los de la sinfónica se arrojaron al suelo. Esa foto famosa del hombre al que suben de los pelos (la que se publica en esta página) la tengo grabada porque vi todo. Estaba como a 80 metros de ahí".

"Al principio no nos dábamos cuenta -indica Rava-, pero cuando los tiros se acercaron quedamos impactados. Me tiré para cubrir a una compañera. Tengo la imagen de Leonardo Favio echándose cuerpo a tierra".

Salim decidió dormir un rato y se dirigió al bosquecito de Ezeiza. "Las balas empezaron a silbar y veía a la gente descolgándose de los árboles", recuerda.

Mientras los militantes intentaban entender qué estaba pasando, entre bambalinas la decisión estaba tomada. El avión siguió hasta Morón. En lugar del discurso del líder, desde los altoparlantes se invitó a la desconcentración. Fue una caminata larga, silenciosa, profundamente decepcionada.

La lectura de "Mundi" Salim es que fue una batalla ganada por Perón. Está convencido de que en el palco de Ezeiza lo aguardaba una emboscada mortal. "¿Qué hicimos? Volvimos a Retiro, pusimos diarios en el piso y nos sentamos a esperar la vuelta", responde.

Heredia se encontró con los Díaz, integrantes de una familia taficeña con parientes en Ciudad Evita. Enrique Díaz, ex intendente de Tafí Viejo, era uno de ellos. "Nos agarramos del brazo y caminamos hasta allá. Llegamos a las cuatro de la mañana", destaca. Retornó más tarde a Tucumán, previo encuentro con su tío, el ex diputado nacional Carlos Imbaud.

A "Cholo" Lainos todavía le resonaban los ecos de los disparos cuando emprendió la vuelta a la capital. El sentimiento que mantiene capturado es el de pura desilusión. Sosa Padilla lo refrenda: amargura, frustración...

"Volvíamos en el colectivo y escuchábamos el discurso que dio Perón por radio y televisión. Parecía que la juventud había sido responsable de todo", enfatiza Rava. "Éramos las víctimas y aparecíamos como victimarios", añade Sosa Padilla. Después de Ezeiza, punto de quiebre en la historia moderna nacional, ya no hubo vuelta atrás.

A la distancia...

"Si me tocara volver en el tiempo no lo dudo: estaría en la misma orga -sostiene Lainos-. Fueron años de sentimiento y amor. Pero nos prestamos a peleas estúpidas que no pasaban por lo ideológico ni por lo doctrinario. Eso lo evitaría a toda costa".

Salim fue presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Arquitectura. Vivió el Tucumanazo, el Quintazo, hizo pie en Ezeiza con apenas 23 años. Piensa y propone pensar: "históricamente, ¿quiénes son nuestros enemigos?" Y señala al hemisferio norte.

Rava es secretario de Derechos Humanos de la Provincia. Sosa Padilla trabaja con él. "Ezeiza nos impidió construir y organizar una democracia, nacional y popular", analiza Rava.

"No concibo ser feliz en soledad, por eso soy peronista". Es uno de los conceptos que elige Heredia para reafirmar su sentido de pertenencia.

Para ellos, para los millones de argentinos que se movilizaron hace 40 años, la vida siguió. No fue sencillo, porque esos extremos que se habían tiroteado alrededor del palco proyectaron la tensión hasta el estallido. Lo que nadie puede quitarles es la certeza de que aquel día de junio fueron parte de algo grande, muy grande.

Ellos estuvieron allá

Edmundo Salim


"Los ideales no se modifican: vocación de servicio a cambio de nada; militar es llegar al territorio y organizar; hay que transmitir fe, que el cambio es posible. Todo en pos de recrear un movimiento nacional".

Fernando Sosa Padilla

"Tuvimos la ingenuidad de creer que la revolución estaba a la vuelta de la esquina. Hoy vemos la historia desde una perspectiva distinta. Me siento vivo; muchos de los que fueron a Ezeiza ya no están".

Humberto Rava

"¿Que habría pasado si Perón llegaba al palco y hablaba? Hubiera sido una asamblea de él con su pueblo. Se hubiera logrado un equilibrio, la consolidación del gobierno. Y se habrían salvado muchas vidas".

Osvaldo Heredia

"A 40 años de Ezeiza siento que Dios me ha preservado de ser parte de tantos desaciertos. Nunca fui candidato a nada. Creo que el poder es servicio y nada es más importante que la felicidad del pueblo".

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