Los bandazos del capitán
Susana Maidana era de las sempiternas funcionarias de la Universidad Nacional de Tucumán. Varios rectores supieron de su accionar. Pero Juan Alberto Cerisola tuvo en ella una gran escudera. Lo acompañó cuando él decidió decirle basta a José Hugo Saab y a sus acólitos. Entonces, había optado por Luis Sacca.

En el último tiempo, el rector entendió que el único bote salvavidas ancla en Casa Rosada. Por eso su gestión, de ropaje radical, fue mudando en la vestimenta de La Cámpora, con el timonel manejado por Mario Leal. Este es un enemigo declarado del diputado Sacca, que antes de llegar al Congreso fue el huracán que borró a Saab. Ayer vio cómo sacaban de la cancha a Edmundo Bórquez, un incondicional de él.

Hasta aquí está claro: Cerisola quiere estar cerca del calor oficial para pasar el invierno. Sin embargo, una pregunta: ¿por qué le hizo la cruz a Maidana, funcionaria ultra fiel y kirchnerista? La respuesta estriba en la "re-re".

Cerisola, quien esta semana viajará a Córdoba para participar de un acto por pedido expreso de hombres cercanos a la Presidenta de la Nación, no ha abandonado su ilusión de reformar el estatuto universitario y de hacer la "Gran Alperovich" al intentar un período más de gestión. A eso se oponía Maidana, que no fue la primera en enterarse de la noticia de su propio desplazamiento.

Cerisola endereza el barco para esquivar aguas procelosas. Los decanos atienden las máquinas para que nada se detenga, pero no todos piensan igual. Unos quieren la reforma, sin reelección; otros van por todo. Con tantos cambios bruscos, el rector va a tener que demostrar que no es Francesco Schettino, el capitán del Costa Concordia que naufragó por su impericia.

Minutos después del accidente, Schettino recibió el apoyo de Costa y después lo perdió. ¿Cerisola está seguro de que los K no tienen ya otro capitán para zarpar?

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