El largo camino de la redención

El largo camino de la redención

Un ex convicto recupera la libertad después de cumplir su condena, pero seguirá marcado por su pasado en los difíciles días de la Francia de comienzos del siglo XIX. Redimido por el gesto humanitario de un religioso, intentará darle un nuevo sentido a su vida, en el marco de un intento revolucionario en contra de la monarquía.

16 Marzo 2013
Montar un espectáculo musical siempre es un desafío, tanto en el cine como en el teatro; pero cuando (como en este filme) la producción adquiere proporciones descomunales, las complicaciones se multiplican y el reto se agiganta. Y más aun, si no sólo se trata de una historia interrumpida de tanto en tanto por una canción o un número de baile, sino de un libreto en el que prácticamente todos los parlamentos son cantados.

El director Tom Hooper resuelve los rubros técnicos con envidiable solvencia y acierta al elegir un elenco de muy buenos actores quienes, además, logran interpretaciones musicales de gran nivel. Sin embargo, el relato (extenso, de a ratos farragoso) no mantiene la intensidad dramática a lo largo del metraje y no consigue emocionar al espectador.

Como en todo musical, hay números diseñados y fríamente calculados para pulsar las fibras sensibles del público, y hay tramos en los que el discurso musical es más que suficiente para atrapar al espectador. Pero como la narración sufre algunos tropiezos, las dos horas y media de proyección terminan por agobiar hasta al mejor predispuesto de los espectadores.

No puede dejar de señalarse el muy buen nivel de la fotografía (si bien de a ratos la oscuridad deja de ser un recurso expresivo y se convierte en un problema), de la puesta en escena de las secuencias con participación de centenares de extras y de la reconstrucción de época; pero falta ese imponderable que amalgama todos estos componentes virtuosos y eleva a la propuesta por sobre el nivel de un producto correctamente realizado aunque no del todo logrado desde el punto de vista artístico.

Hay muy buenos momentos, sin embargo; uno de ellos es sin dudas la excelente interpretación en un descarnado primer plano que hace Anne Hathaway de la canción "I dreamed a dream" ("Tuve un sueño"). Ese tramo del filme (además de justificar el Oscar a la mejor actriz de reparto para Hathaway) demuestra cómo se puede cargar de dramatismo un pasaje musical a puro talento.

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