"Se me cayó el arma"

"¡No hice nada! ¡Se me cayó el arma!". Según los dichos de varios testigos, esas fueron las palabras que gritó el policía que fue acusado por jugadores de San Martín de haberlos amenazado con su arma reglamentaria una vez que finalizó el clásico por la Copa Argentina. El sospechoso, que presta servicios en el Comando Radioeléctrico, quedó libre pocas horas después de que se desatara el escándalo que tuvo repercusión nacional.

Todo comenzó a los pocos minutos de haber culminado el encuentro. Un hincha ingresó al campo para pedirles un recuerdo a los jugadores "santos". El acusado lo vio y, de acuerdo a la versión de los futbolistas, lo atacó. Los jugadores reaccionaron y salieron en su defensa. El policía, asustado, se llevó su mano derecha al cinto donde tenía la pistola. "Después la sacó y lo apuntó a Héctor López", aseguró Augusto Max, integrante del plantel "santo".

Los uniformados que se percataron de la acción, le quitaron el arma reglamentaria y lo sacaron del campo. Fue identificado como el agente Carlos Augusto Torres y de allí lo trasladaron hasta la Dirección de Bomberos hasta que la Justicia tomara cartas en el asunto. Por disposición de la fiscala Teresita Marnero, se lo dejó en libertad hasta que se defina su situación procesal.

"Él no formaba parte del operativo de seguridad que se había montado. Es personal que contrata Atlético. Pero de todas manera no tenía motivos para estar armado dentro del campo. Es un error muy grave y por eso se le inició un sumario y fue separado de su cargo", aseguró Jorge Racedo, jefe de Policía.

Por su parte, Mario Leito, presidente de Atlético, salió a aclarar la situación. "Es cierto que ese señor realizó tareas de seguridad en el club, pero en esta oportunidad no lo convocamos. Toda la organización fue de Santa Mónica y debe haber trabajado para ellos", explicó el directivo. Desde Buenos Aires, un vocero de la empresa que organizó el encuentro, desmintió que Torres haya sido contratado por su empresa. "Llevamos nuestra propia gente", aseguró la fuente que pidió expresamente que su nombre se mantuviera en reserva.

El comisario Jorge Díaz, responsable de Seguridad Deportiva, no sólo respaldó la versión de Racedo, sino que agregó que los uniformados tienen prohibido ingresar al campo con sus armas reglamentarias. "Si ustedes se fijan, todos los efectivos tenían cachiporras de puño y sólo los jefes están autorizados a portar armas antimotines", relató.