Por Florencia Bringas
22 Febrero 2013
Este es el momento en que dos grandes industrias afilan los cerebros y trabajan juntas más que en otro momento del año. ¿Cómo encajan? Por un lado, durante estos días los corazones se agitan al ver el compás del catwalk de las supermodelos. Sobre Cara Delevingne o Karlie Kloss (modelos inglesa y norteamericana, respectivamente) se muestran las colecciones que al fin salen a la luz. Son pocos los privilegiados que pueden conocerlas antes y en privado; como lo hace la editora de la Vogue USA, Anna Wintour. Ya pasaron las semanas de la alta costura en París (el calendario de las grandes capitales se cierra con las colecciones prêt-à-porter de 'la ciudad luz'), la de Nueva York y la de Londres. En este momento sucede el Fashion Week de Milán, que tuvo una apertura estelar con Gucci.
De vuelta por América, las estrellas de Hollywood candidatas o invitadas a los Oscar -mejor dicho sus asesores o publicistas- no paran de marcar el teléfono privado de los asistentes de los diseñadores para conseguir creaciones inéditas y un contrato de exclusividad. En 2012 Stacy Keiber, la novia de George Clooney, consiguió por unos minutos de diferencia y luego de varios llamados un vestido dorado de Marchesa, que fue muy disputado por otras actrices.
¿Qué determina que una marca ofrezca gratuitamente un diseño de su última colección recién bajada de la pasarela? En la balanza se ponen los posibles minutos que esa actriz pueda llegar a estar en televisión y que pueda ser fotografiada; o sea, publicidad gratuita y masiva. Por ello la alfombra roja se viste en función de las posibilidades de ganar. Pero hay figuras que por su nombre son más importantes que cualquier nominación. Durante años la más buscada fue Nicole Kidman (tuvo un pleito con Dior porque los plantó a último momento). Hoy resuenan Anne Hathaway, nominada a mejor actriz de reparto; Jessica Chastain, que estuvo en París en la primera fila de Armani Privé (¡buen dato para saber qué podría vestir!), Michelle Williams, Rooney Mara y la argentina Bérénice Bejo. La cosecha que nace en las capitales de la moda se revelará el domingo. El día después las mostraremos en LA GACETA.
De vuelta por América, las estrellas de Hollywood candidatas o invitadas a los Oscar -mejor dicho sus asesores o publicistas- no paran de marcar el teléfono privado de los asistentes de los diseñadores para conseguir creaciones inéditas y un contrato de exclusividad. En 2012 Stacy Keiber, la novia de George Clooney, consiguió por unos minutos de diferencia y luego de varios llamados un vestido dorado de Marchesa, que fue muy disputado por otras actrices.
¿Qué determina que una marca ofrezca gratuitamente un diseño de su última colección recién bajada de la pasarela? En la balanza se ponen los posibles minutos que esa actriz pueda llegar a estar en televisión y que pueda ser fotografiada; o sea, publicidad gratuita y masiva. Por ello la alfombra roja se viste en función de las posibilidades de ganar. Pero hay figuras que por su nombre son más importantes que cualquier nominación. Durante años la más buscada fue Nicole Kidman (tuvo un pleito con Dior porque los plantó a último momento). Hoy resuenan Anne Hathaway, nominada a mejor actriz de reparto; Jessica Chastain, que estuvo en París en la primera fila de Armani Privé (¡buen dato para saber qué podría vestir!), Michelle Williams, Rooney Mara y la argentina Bérénice Bejo. La cosecha que nace en las capitales de la moda se revelará el domingo. El día después las mostraremos en LA GACETA.
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