Disfrazarse era una tradición

Disfrazarse era una tradición

Entre 1929 y los primeros años de la década de 1960, fotos de tucumanitos disfrazados poblaron las páginas de LA GACETA

Serios, sonrientes y casi solemnes, un poco asustados, pero casi todos (salvo la beba) atentos a la cámara de LA GACETA.  Serios, sonrientes y casi solemnes, un poco asustados, pero casi todos (salvo la beba) atentos a la cámara de LA GACETA.
11 Febrero 2013
Bastó bucear un rato entre las frágiles páginas amarillas de los ejemplares de finales de la década de 1920 y principios de la de 1930 para descubrir su protagonismo. De ahí al archivo fotográfico hubo un paso: fotos y fotos (se tomaban a diario, durante toda una semana) que muestran caritas pícaras coronadas por sombreros, complejísimos trajes orientales, gitanitas, hadas y brujas, los primeros superhéroes. Algunos son casi bebés; otras, casi señoritas.

Este viaje en el tiempo dejó claro que la costumbre de los disfraces estaba bien arraigada. En muchos casos eran trajes muy complejos... ¡Y no se podían alquilar! Se hacían en casa, a veces, durante meses; más o menos como ahora se hace con los de las comparsas.

La convocatoria

"Esta tarde y mañana domingo a la tarde, de 15 a 17 horas, recibiremos la visita de nuevas máscaras infantiles. Con ese horario pueden concurrir los que no lo hayan hecho los anteriores días de Carnaval, para tomar las fotografías, que publicaremos luego en nuestro diario". Este fue el único texto que se publicó bajo el título "Mascaritas visitan LA GACETA", el 25 de febrero de 1939. Era la época de esplendor. En el resto de la página los protagonistas son los chicos.

Poco más de 20 años duró la costumbre. Para 1962, las fotos de las "mascaritas" son ya sólo dos, y las crónicas de las fiestas de Carnaval lamentan la progresiva desaparición de la costumbre del disfraz.

Sin embargo, en los barrios la tradición duró un poco más. Alfredo Nougués, lector asiduo de nuestro diario, vivía en Barrio Jardín y nos contó sus recuerdos: "por las tardes, más o menos entre las 18 y las 20, en el club los chicos tenían sus propias fiestas y, por supuesto, iban disfrazados. A la noche empezaban a bailar los grandes, pero los chicos se quedaban allí".

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