Eurocentrismo y criterios conservadores, las críticas que afronta el jurado del Nobel de Literatura

Eurocentrismo y criterios conservadores, las críticas que afronta el jurado del Nobel de Literatura

Proust, Joyce, Woolf y Borges son algunos de los grandes ignorados la Academia Sueca. Sartre lo rechazó, pero aún así se lo dieron.

10 Octubre 2012
MADRID, España.- Cada año, se desata la polémica. El Premio Nobel de Literatura suele ser casi tan controvertido como el de la Paz. Es que, con algunas notables excepciones, la mayoría de los laureados es europeo.

El escritor Anxel Grove, en su blog "Trasdós", que se publica en el sitio 20minutos.es, consignó los "Diez disparates del Nobel de Literatura", con lo que se anticipó en varios meses al debate que seguramente se dará mañana, después de que se conozca el nombre del galardonado.

Según Grove, los criterios para entregar el premio están lejos de analizar la calidad literaria, el análisis semiótico o las interpretaciones críticas. "Para el jurado designado por la Academia Sueca en 1961 J.R.R. Tolkien era un escritor con una 'prosa de segunda categoría', Lawrence Durrell sufría una 'monomaníaca preocupación por las complicaciones eróticas', Alberto Moravia adolecía de una 'monotonía general', Robert Frost era por entonces 'demasiado viejo' (tenía 86) y E.M. Forster se había convertido en 'una sombra de lo que fue'", escribió Grove.

"¿Quién ganó a Tolkien, Durrell, Moravia, Frost, Forster y los otros dos finalistas de 1961, nada menos que Graham Greene y Karen Blixen? El jurado decidió otorgar el galardón, 'por la fuerza épica con la que ha reflejado temas y descrito destinos humanos de la historia de su país', al poeta yugoslavo Ivo Andrić. Quizá a ustedes no les suene. No se inquieten: somos millones", dispara el escritor.

La nómima de "apestados" incluye a Marcel Proust, Ezra Pound, James Joyce, Vladimir Nabokov, Virginia Woolf, Jorge Luis Borges, John Updike… Con sus obras se podría subsistir durante varias vidas, pero ninguno ganó el Nobel, casi siempre por motivos extraliterarios o políticos.

Como contraste, desde la primera edición del Nobel (1901), los escritores suecos han recibido más premios que los de toda Asia, los estadounidenses han recibido una decena. A toda Latinoamérica sólo han llegado seis galardones. El último fue para Vargas Llosa, en 2010. Quizás por eso, con ironía, la escritora argentina Ana María Shúa asegura que este año el Nobel no llegará a este lado del Atlántico "porque nos toca de nuevo dentro de 20 años".

Borges, con ironía pero con tristeza
El escritor argentino estuvo postulado casi todos los años, desde la década del 60 hasta que murió. Se cuenta que, en 1977, finalmente, habían decidido dárselo, pero a último momento los reconsideraron la propuesta porque Borges fue a Chile a recibir una medalla que entregaba el dictador Augusto Pinochet. Nada tuvo para decir la conservadora Academia Sueca sobre el apoyo de los premiados Jean-Paul Sarte (1964) y Pablo Neruda (1971) a José Stalin, a quien Grove llama "el mayor asesino de masas de la historia".

Borges, cuando le preguntaron si sabía que ponía en peligro el Nobel, dijo: "Yo quiero mucho a Chile y entendí que me condecoraba la nación chilena, mis lectores chilenos".

"En 1981 un periodista preguntó a Borges: '¿A qué atribuye que no le hayan dado el Nobel de Literatura?'. El escritor respondió: 'A la sabiduría sueca'. En otra ocasión dijo: 'Yo siempre seré el futuro Nobel. Debe ser una tradición escandinava'. Según una de sus biografías, a Borges le afectaba el ninguneo más de lo que parecía. Cada octubre recibía la noticia de que no había obtenido el Nobel con el corazón apretado y adoptó aires de perdedor experto", asegura Grove.

El colmo del ridículo lo alcanzó el "caso Sartre". El filósofo y dramaturgo francés rechazó el premio en 1964 porque no deseaba ser "incluido por el sistema". Al autor de La náusea le llovieron los insultos. Le llamaron "hiena dactilográfica" y "delincuente del espíritu", le describieron como un "pequeño hombrecillo de los ojos desviados, aquel que parece saberlo todo" y le acusaron de ejercer el "excrementalismo sartreano".

Sartre se quejó de la paradoja en la que se encontraba. "Rechazo 26 millones de francos y me lo reprochan, pero al mismo tiempo me explican que mis libros se venderán más porque la gente va a decirse: '¿Quién es este atropellado que escupe sobre semejante suma?' Mi gesto va pues a reportarme dinero. Es absurdo pero no puedo hacer nada. Rechazando el premio no he hecho nada. Aceptándolo hubiera hecho algo, que me habría dejado recuperar por el sistema".

La Academia miró para otro lado: "El laureado nos informa que él no desea recibir este premio, pero el hecho de que él lo haya rechazado no altera en nada la validez de la concesión". En suma: a su pesar, Sartre sigue figurando entre los laureados.

La "cultura de masas" de Estados Unidos
La última polémica dura se desató en 2008, cuando el entonces secretario de la Academia Sueca, Horace Engdahl, declaró que "Europa todavía es el centro literario del mundo", acusa a los Estados Unidos de ser una nación "aislada, demasiado insular" y a sus literatos de ser "sensibles a las tendencias de su propia cultura de masas".

El año de la gran vergüenza para los académicos fue 1974, cuando el Nobel se lo llevaron los escritores suecos Eyvind Johnson y Harry Martinson, desconocidos fuera de su país y asiduos miembros de los jurados que adjudican el premio. Eran candidatos dos de los grandísimos ausentes en el listado, Graham Greene y Vladimir Nabokov, y Saul Bellow, que lo ganó dos años más tarde. (Especial)

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