"¡Qué me iba a imaginar entonces que 50 años después iba a contar lo que pasó!"

"¡Qué me iba a imaginar entonces que 50 años después iba a contar lo que pasó!"

En 1962, José Arrieta participó del homenaje a Basail, el bisabuelo de su madrastra.

MEMORIOSO. José Antonio Arrieta conversa en el living de su casa.
MEMORIOSO. José Antonio Arrieta conversa en el living de su casa.
09 Agosto 2012
Durante una mañana soleada de septiembre de 1962, José Antonio Arrieta estampó su firma en un pergamino que fue enterrado en la plaza Belgrano para homenajear a un antepasado de su madrastra. En aquel entonces tenía 22 años. Medio siglo después, las imágenes, las sensaciones y las emociones de aquella mañana regresaron a su vida de una manera inesperada. "El objetivo era que el pergamino quedara enterrado para la posteridad ¡Qué me iba a imaginar en aquel entonces que 50 años después iba a andar contando esta historia!", admite entre risas.

El padre de José Antonio se casó en segundas nupcias con una de las bisnietas de Manuel Domingo Basail, el abanderado de las tropas patriotas durante la batalla de Tucumán. A pesar de que aquella mujer era su madrastra, él siempre le dijo mamá. Es por eso que este hombre de 72 años siente muy cercana la historia de aquel guerrero de la independencia. De todos modos, repite una y otra vez que el vínculo que lo une es político y no de sangre.

"La mamá de mi madrastra era Trinidad Basail de Tejera. Ella y su hermana, Elina Basail de Tolosa, eran las nietas del teniente Basail. De hecho, ellas cobraron hasta sus muertes las pensiones que les correspondían por haber sido nietas de un guerrero de la independencia", resaltó Arrieta. Un tiempo antes de que se cumpliera el sesquicentenario de la batalla de Tucumán, en 1962, las autoridades del Instituto Belgraniano se contactaron con las hermanas para proponerles un homenaje a su antepasado. Ellas aceptaron. "Fue una mañana de principios de septiembre; no recuerdo el día. Unos vecinos de la plaza prestaron la mesa en la que se firmó el pergamino. Estaban las nietas de Basail, algunas bisnietas, entre ellas, mi madre, y yo. Al pergamino lo pusieron dentro del tubo donde había tierra de la tumba y lo colocaron debajo de una placa que decía: "Aquí se guarda tierra del lugar donde descansaron los restos del teniente Manuel Domingo Basail, abanderado en la batalla de Tucumán", recitó de memoria. Inmediatamente agregó: "A la placa alguna vez se la robaron".

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