El fracaso de un despecho
OTROS TIEMPOS. En diciembre, Luque celebraba su arribo a la institución. LA GACETA / ARCHIVO OTROS TIEMPOS. En diciembre, Luque celebraba su arribo a la institución. LA GACETA / ARCHIVO
Emilio Luque ya no es aquel hombre que parecía estar dispuesto a llevarse el mundo por delante para salvar a San Martín. Esa imagen, que le permitió ser electo presidente por una aplastante mayoría en diciembre, cambió a la de una persona despechada que busca responsabilizar a todos en vez de reconocer los errores propios que derivaron en un rotundo fracaso.

El empresario, a pesar de su soltura, sufrió un duro traspié. Y la debacle comenzó cuando criticó duramente al plantel y al cuerpo técnico horas antes de que el "santo" jugara el partido mas importante del semestre. Después negó sistemáticamente que renunciaría al cargo, hecho que finalmente se produjo 20 días después y en el peor momento, ya que se debería estar pensando en cómo armar el plantel y no en cuestiones institucionales.

Luque descubrió que en el fútbol, billetera no mata galán. Con poner plata no alcanza y menos aún si se lo hace pensando que todos aceptaran como ley sus palabras. Evidentemente le dolió que sus pares no aceptaran muchos de sus planes y que le cuestionaran su manera de tratar a las personas vinculadas al mundo "santo".

Entro por la puerta grande del club. Con la chance histórica de cambiar las cosas y quedarse él con todos los laureles. Pero no. Se fue sin haber conseguido absolutamente nada y peleado con todo el mundo. Su mayor pecado fue haber cuestionado a la hinchada -especialmente los Autoconvocados y a los socios- los mismos que le permitieron ocupar el cargo que ayer dejo. Una lastima, San Martín es un grande que merece mas respeto. LA GACETA ©

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