DURÓ POCO. De entrada, el "Maestrico"-que pelea con Méndez- metía miedo. Pero el venezolano no pudo seguir por el esguince que viene arrastrando. NA
ROSARIO.- Mucho ruido y pocas nueces. El único gol que se gritó en el Gigante de Arroyito se convirtió a cientos de kilómetros, en Mendoza. Cuando la voz del estadio anunció el grito de
Brítez Ojeda, de Independiente Rivadavia, los hinchas de Central y River se unieron en el festejo. Y bien que hicieron, porque después siguió un bodrio a orillas del Paraná.
Suele pasar con las promocionadas finalísimas de nuestro fútbol. Mucho nervio, nada de juego, extrema presión: en el 0-0 de Rosario ambos arqueros durmieron la siesta. El resto se dedicó a luchar, convencido de que "era una guerra", "Chori" Domínguez dixit. En consonancia, en lugar de futbolistas hubo soldados fieles. A la táctica y al negocio, porque conocida la igualdad de Instituto, ni al Central puntero ni al River escolta le sentaba tan mal el reparto de puntos. Después, también Quilmes se sumó a esa onda. Y todo sigue igual, aunque al menos la parda sirvió para que el "millo" y "la gloria" se aseguren, como mínimo, jugar la promoción -igual que Central-.
Un par de llegadas claras, incluida la desperdiciada por un ausente Trezeguet y un cabezazo de Peppino que le paró el corazón a más de uno. No hubo más. Al final, los picos emocionales se dieron sin pelota, con el apoteótico recibimiento local, una trifulca de hinchas y el desalojo policial. En la cancha, perdió el fútbol, ganó la calculadora.
Brítez Ojeda, de Independiente Rivadavia, los hinchas de Central y River se unieron en el festejo. Y bien que hicieron, porque después siguió un bodrio a orillas del Paraná.
Suele pasar con las promocionadas finalísimas de nuestro fútbol. Mucho nervio, nada de juego, extrema presión: en el 0-0 de Rosario ambos arqueros durmieron la siesta. El resto se dedicó a luchar, convencido de que "era una guerra", "Chori" Domínguez dixit. En consonancia, en lugar de futbolistas hubo soldados fieles. A la táctica y al negocio, porque conocida la igualdad de Instituto, ni al Central puntero ni al River escolta le sentaba tan mal el reparto de puntos. Después, también Quilmes se sumó a esa onda. Y todo sigue igual, aunque al menos la parda sirvió para que el "millo" y "la gloria" se aseguren, como mínimo, jugar la promoción -igual que Central-.
Un par de llegadas claras, incluida la desperdiciada por un ausente Trezeguet y un cabezazo de Peppino que le paró el corazón a más de uno. No hubo más. Al final, los picos emocionales se dieron sin pelota, con el apoteótico recibimiento local, una trifulca de hinchas y el desalojo policial. En la cancha, perdió el fútbol, ganó la calculadora.
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