Escrachar a alguien cuesta poca plata en Tucumán

En los últimos tiempos, las campañas sucias se incrementaron de manera escandalosa en la provincia. Incluso, LA GACETA fue víctima en varias oportunidades de operativos difamatorios.

05 Mayo 2002
"Fulano es un ladrón". "Mengano estafó a medio Tucumán". "Casa Cocoliche explota a sus empleados". No importa lo que se quiera denunciar, difamar o calumniar. Todo vale y cuesta poco dinero hacerlo. Con sólo $56 se pueden imprimir 1.000 volantes del tamaño de una mitad de hoja tipo oficio. Y, por otros $10, una llamativa señorita puede repartirlos en la peatonal.
En los últimos tiempos, las campañas sucias se incrementaron de manera escandalosa en la provincia. En reiteradas ocasiones, se empapelaron las calles o se entregaron miles de libelos al paso de la gente, en favor o en contra del Gobierno, de empresas o de individuos. Incluso, LA GACETA fue víctima en varias oportunidades de operativos difamatorios.
Pero 1.000 volantes no son suficientes para calumniar en una ciudad que araña el millón de habitantes. Los entendidos opinan que para escrachar a alguien son necesarios, por lo menos, 10.000 panfletos. Eso cuesta $336, con IVA incluido. Es más de lo que gana por mes la mitad de los tucumanos, aunque tampoco es una suma inalcanzable.
A los $336 debe sumarse la distribución. Para repartir 10.000 volantes en el centro, en un solo día, hacen falta por lo menos cinco personas, que cobran $10 cada una por jornada. "Además, si el contenido del volante es fuerte o dice algo peligroso, los costos son otros", explica Federico Masso, tal vez una de las personas más indicadas para opinar sobre el tema, ya que tiene tantos años de imprentero como de militante político.
Masso cuenta que para difamar se pagan precios especiales, porque se cobra por la discreción y porque el reparto no es el mismo. Mucho más efectivo que distribuir en la calle es volantear puerta a puerta, pero es más caro. Con 10.000 panfletos se cubren 250 manzanas y todo volante que entra por debajo de una puerta será leído por alguien. En cambio, no sucede lo mismo con la folletería que se entrega en la calle.

Hasta en las casas
LA GACETA consultó a numerosas imprentas, pero ninguna admitió que se dedique a realizar "trabajos sucios". Claro que para hacer volantes lo único que hace falta es una fotoduplicadora, que cualquier fotocopiadora de barrio puede llegar a tener. Incluso, hay gente que tiene estas máquinas en su propia casa.
Héctor Beccari, de Pack, afirma que las difamaciones son tareas que sólo aceptan las imprentas chicas porque en las grandes se corre el riesgo de perder clientes y, además, es imposible cuidar la discreción. Agrega que, en su empresa, hay muchos empleados de distintas simpatías políticas, de manera que lo que se imprimiera con cierto tono polémico o público se sabría en horas en todas partes.
Además de los políticos, entre los principales clientes de las imprentas están los sindicatos. El dirigente de un gremio, que a menudo utiliza las paredes para denunciar las luchas de su sector, contó que antes poseían una imprenta propia, pero que ahora los afiches se imprimen en Santiago del Estero o en Córdoba; justamente, para evitar conflictos en la provincia.
La fuerza del escrache, sostiene el dirigente, está en que cuanto más baja y rastrera sea la difamación, más rápido se difundirá, porque es lo primero que la gente comenta. "Y si el chisme involucra la intimidad de alguien conocido, en cuestión de horas será tema de conversación en las mesas de todos los bares", concluye el gremialista.

Se necesitan 8.000 afiches para impactar
Sólo hay dos imprentas en Tucumán capaces de realizar los afiches de mayor tamaño con fotocromos, y en una de ellas se confecciona casi toda la publicidad oficial del Gobierno.
Algunos trabajos también se contratan directamente en Buenos Aires, en Gráfica Ofset, la más grande del país, cuyo dueño fue asesinado hace unas semanas a dos cuadras de la empresa.
Un afiche de gran tamaño a todo color cuesta unos $0,90 cada uno. En esta capital hay 4.000 carteleras para colocar propaganda de cualquier tipo, y son cinco las empresas que hacen este trabajo. Sin embargo, para una campaña importante generalmente se imprimen 8.000 o 12.000 afiches, porque lo que se cobra son las "pasadas". (Sucede que, una vez que se pega un cartel, puede que en pocas horas se coloquen otros encima. Entonces se contratan dos o tres pasadas, para asegurarse que lo que se quiere publicitar o informar esté más tiempo a la vista).
Ahora, si se quiere empapelar toda la provincia deben imprimirse entre 30.000 y 40.000 afiches, para cada "pasada".
Un afiche tamaño A3, en blanco y negro o en un solo color, puede hacerse con una simple fotoduplicadora y cuestan unos $50 las 500 impresiones.
Los estudiantes, por ejemplo, para promocionar sus bailes, actividades culturales y deportivas o la organización de las denominadas semanas de los colegios, recurren generalmente a la serigrafía, que es aún más barata.

Cosas de la imagen
UNA CARTA DEMASIADO CARA.- Una de las volanteadas políticas más costosas que se hicieron en Tucumán fue la de José Alperovich, cuando el año pasado fue candidato a senador nacional. Para promocionarse, el ex radical y actual peronista les envió una carta a cada uno de los aproximadamente 400.000 tucumanos. Cada misiva cuesta unos $0.75, aunque a los grandes clientes se les hace un descuento.

¿EN LA CARCEL?- Según algunos rumores, el Gobierno utiliza la imprenta de la cárcel para realizar algunas campañas. Sin embargo, el director de la penitenciaría, Roberto Vallejo, asegura que lo único que se está imprimiendo es el Boletín Oficial y dice que eso es fácil de constatar, ya que la imprenta de Villa Urquiza está intervenida.

COLECTA CALLEJERA.- Las organizaciones civiles también recurren a los afiches y volantes para difundir sus ideas. Ireneusz Sygmund, de Faro Ciudadano, dice que las pocas impresiones que ellos hicieron fueron gracias al aporte de la gente. Cuenta que el Colegio Médico les prestó un par de veces su imprenta y que otra vez recaudaron $300 en la plaza Independencia, para imprimir volantes en apoyo al fiscal Esteban Jerez.

PRECIOS ALTOS.- Roberto Delazar, de Copymaster, informó que los costos de imprenta aumentaron entre un 50% y un 100%, según el trabajo, pero la demanda cayó un 30%. Dijo que la cartelería fue la publicidad que más subió: cerca del 300%. El "mailing" (difusiones masivas a través de los e-mail) se realizan, generalmente, por una semana si son comerciales, porque los precios cambian permanentemente.

POR INTERNET.- El "mailing" es una técnica muy utilizada en la comunidad universitaria, a raíz de la campaña en marcha por las próximas elecciones para rector. Partidarios de ambos candidatos (Mario Marigliano y César Catalán) enviaron infinidad de denuncias y difamaciones a través del correo electrónico. Algunas de ellas terminaron en la Justicia Federal.

SEGUN LA CARA.- "No les damos volantes a cualquiera, sino que elegimos a las personas a las que está dirigida la publicidad, que en nuestro caso son madres con chicos o señoras embarazadas", dijeron Cinthya y Gabriela, cuando repartían avisos de una casa de ropa para niños.

LOS PICAROS DE SIEMPRE.- "Hay gente que recibe bien los volantes, pero hay otras personas que, por ejemplo, ponen la mano y después no los agarran", contó Cecilia, repartidora de volantes de una casa que vende teléfonos celulares. A Cecilia la contrataron por una quincena, a razón de $10 por día.

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