Una novela que debe ser leída

Una novela que debe ser leída

Por Fabián Soberón para LA GACETA - Tucumán.

13 Noviembre 2011
En Cine III. La inmortalidad (Eterna cadencia  - Buenos Aires), todo se termina. O, al menos, todo lo importante se termina. Pina Bosch le dice, sin más, sin vueltas, a Sívori, que su relación se terminó. Eso dice la novela al principio. De modo que la sorpresa no es un elemento narrativo. O, en todo caso, la sorpresa entendida de modo convencional. Cine III, como Cine II, puede ser leída como la continuación de lo que ya ha empezado o como una pieza autónoma. Lo primero que nota el lector es que el narrador o los narradores se ocupan de recapitular, de evocar esos pasajes, esos hiatos que el lector no ha leído en las dos entregas previas. Es decir, Cine III es la culminación de la saga en sentido hegeliano. Propone una novedad siendo, al mismo tiempo, una síntesis de lo anterior.
No creo, o no sé, si Martini pensó en Hegel al planificar esta idea de síntesis formal y narrativa en el tercer eslabón de su tríada. De lo que sí estoy seguro es de que esta última parte de Cine es la apoteosis y la declinación de Sívori y es, también, la inevitable caída de su alter ego: Eva Perón.
¿Eva Perón es el alter ego de Sívori? ¿Puede una novela plantear un personaje que esté a la altura ficcional de Eva Perón? Sí, puede. Y no solo puede, sino que lo logra con creces. Martini logra que dudemos de la importancia de Eva en el contexto de la novela. Y logra, también, que pensemos que Eva es menos un personaje de la historia que un personaje de novela. Tan potente es la creación y la unión de los dos personajes (Sívori y Eva) que por momentos el lector siente que son complementarios. No en el mero sentido de fusión o unión sino en el otro, menos lineal y más profundo: en el plano de la ficción.
La novela propone un montaje paralelo ajustado y paranoico: las historias se alternan y se mezclan y, por momentos, hay un pasaje histérico de una a otra: es decir, hay simbiosis de personajes, de tiempos, de ideas, de épocas, de historias. Hay simbiosis y hay separación: Sívori, Pina Bosch, Borghini, Florencia Dillon, la hija de Dippy, el propio Dippy, todos los personajes viven en un diálogo impensado y alucinatorio, un diálogo brillante, discontinuo y paranoico. Lo mejor de Martini está en esta trilogía. La prosa ajustada, la puntuación milimétrica, el ritmo del jazz como música de la lengua, el fragmento como insert visual y verbal, la técnica cinematográfica como modelo híper textual, es decir como cine ficción, o como cine-literatura. Todo esto es Cine III, todo esto es la trilogía Cine, de Juan Martini.

Cine y literatura

¿Debe leer el lector Cine, la trilogía, de Juan Martini? Sí, debe leerla. Es uno de los imperativos de la narrativa argentina contemporánea. ¿Por qué debe leerla? Porque si no se pierde una de las novelas más anacrónicas sobre el presente, una de las sagas más cinematográficas de la literatura, una de las piezas literarias que más discute sobre el cine y sobre la literatura sin hablar de modo didáctico sobre cine y sobre literatura. ¿Deben los escritores leer a Martini? Claro que sí: deben leerlo porque así saldrán de las falsas dicotomías que dividen el campo literario.
Para el final, una de las preguntas obvias: ¿es Cine una trilogía sobre Evita? No lo creo. Cine es una trilogía sobre la vida y sobre la literatura. Evita es el pretexto para hablar sobre lo que importa. Martini se monta en el personaje histórico de Eva para crear otro, tan inmortal como el real, menos contradictorio que el real, más utópico, más ficcional, más potente, más verosímil y, por eso, más literario.
Cine narra el singular y trágico fin de Evita. Y con ella la furiosa y monótona vida de Sívori. Cine dibuja una geometría del amor, el mapa fervoroso del amor en el sutil y trágico inicio del siglo XXI. © LA GACETA

Fabián Soberón - Ensayista y novelista. Profesor de Teoría y Estética del Cine en la Escuela Universitaria de Cine.

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