16 Octubre 2011
La vigencia de la nueva ley 26.571 inaugura un terreno de novedades en materia de publicidad política, que es necesario destacar porque sus efectos ya son apreciables.
En primer lugar, el hecho de hacer campaña con el formidable peso de las "PASO" a cuestas que, con un resultado categórico, condiciona enormemente el discurso, a tal punto que hoy pareciera tratarse de una elección legislativa. Las apelaciones al voto para presidente son de tan poca convicción que resulta imposible tomarlas en serio. La ley pareciera promover una efectiva democratización, como reza su título, al darles el mismo espacio a todos los partidos y prohibiendo la compra de espacios televisivos por fuera de lo otorgado por la norma. Esto obliga a las fuerzas políticas a hacer hincapié en lo cualitativo del discurso. Se evita así que los partidos que tienen más dinero machaquen con jingles pegadizos y propuestas vacías, llevándolos a concentrarse en el contenido de las propuestas.
Otra novedad es que la campaña se desarrolla en medio de una cantidad de indicadores favorables al país que condicionan fuertemente las propuestas electorales. De este modo, vemos que el radicalismo prefirió seguir su instinto endogámico y fortalecer el posicionamiento interno de su principal referente, aún a riesgo de quedar descontextualizado y encerrado en un discurso de tribuna. En uno de sus spots aclara que no les tiene miedo a los trabajadores, a quienes parece que renunciara a representar.
Duhalde muestra un perfil errático, cambiando el tono en medio de la campaña, lo que generará un costo difícil de mensurar en este momento, pero que lo afectará en el futuro. Carrió languidece balbuceante en un mar de contradicciones que la ponen a Patricia Bullrich olvidada ya de las épocas en que reducía el 13% a los mismos jubilados a los que hoy promete el 82% móvil. El oficialismo exhibe una campaña inteligente y contundente, difícil de perforar, mostrando logros que están certificados por todos y poniendo el eje en lo colectivo. La izquierda se hizo visible gracias a la ley y lo aprovecha demostrando una coherencia que no puede demostrar ninguna de las demás fuerzas. Binner, en tanto, encabeza una campaña inteligente, dirigida a varios targets y que le dará un buen resultado en las urnas. Por último, Rodríguez Saa promete extender la bonanza puntana con extrañas promesas. Si la cuenta pendiente de este gobierno es Wi Fi para todos, entonces la reelección está asegurada.
En primer lugar, el hecho de hacer campaña con el formidable peso de las "PASO" a cuestas que, con un resultado categórico, condiciona enormemente el discurso, a tal punto que hoy pareciera tratarse de una elección legislativa. Las apelaciones al voto para presidente son de tan poca convicción que resulta imposible tomarlas en serio. La ley pareciera promover una efectiva democratización, como reza su título, al darles el mismo espacio a todos los partidos y prohibiendo la compra de espacios televisivos por fuera de lo otorgado por la norma. Esto obliga a las fuerzas políticas a hacer hincapié en lo cualitativo del discurso. Se evita así que los partidos que tienen más dinero machaquen con jingles pegadizos y propuestas vacías, llevándolos a concentrarse en el contenido de las propuestas.
Otra novedad es que la campaña se desarrolla en medio de una cantidad de indicadores favorables al país que condicionan fuertemente las propuestas electorales. De este modo, vemos que el radicalismo prefirió seguir su instinto endogámico y fortalecer el posicionamiento interno de su principal referente, aún a riesgo de quedar descontextualizado y encerrado en un discurso de tribuna. En uno de sus spots aclara que no les tiene miedo a los trabajadores, a quienes parece que renunciara a representar.
Duhalde muestra un perfil errático, cambiando el tono en medio de la campaña, lo que generará un costo difícil de mensurar en este momento, pero que lo afectará en el futuro. Carrió languidece balbuceante en un mar de contradicciones que la ponen a Patricia Bullrich olvidada ya de las épocas en que reducía el 13% a los mismos jubilados a los que hoy promete el 82% móvil. El oficialismo exhibe una campaña inteligente y contundente, difícil de perforar, mostrando logros que están certificados por todos y poniendo el eje en lo colectivo. La izquierda se hizo visible gracias a la ley y lo aprovecha demostrando una coherencia que no puede demostrar ninguna de las demás fuerzas. Binner, en tanto, encabeza una campaña inteligente, dirigida a varios targets y que le dará un buen resultado en las urnas. Por último, Rodríguez Saa promete extender la bonanza puntana con extrañas promesas. Si la cuenta pendiente de este gobierno es Wi Fi para todos, entonces la reelección está asegurada.
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