Así acabó el cáncer con Steve Jobs

Así acabó el cáncer con Steve Jobs

El fundador de Apple peleó siete años contra la enfermedad. Se sometió a cirugías para extirpar las células malignas y a un trasplante de hígado.

TENACIDAD. Jobs se sometió a diversos tratamientos para tratar de vencer al cáncer. FOTO TOMADA DE REDUSERS.COM TENACIDAD. Jobs se sometió a diversos tratamientos para tratar de vencer al cáncer. FOTO TOMADA DE REDUSERS.COM
07 Octubre 2011
PALO ALTO, California, Estados Unidos.- El páncreas es una glándula localizada detrás del estómago y está adelante de la columna. Produce jugos y enzimas que ayudan a descomponer los alimentos y hormonas que contribuyen a regular los niveles de azúcar en la sangre. Un cáncer en ese órgano fue el responsable de la muerte de Steve Jobs.

El cáncer de páncreas es uno de los tumores más letales, más difíciles de identificar y que más rápidamente se extienden. Se estima que la mayor parte de los pacientes no sobrevive más de seis meses tras su diagnóstico.

Jobs, sin embargo, peleó contra la enfermedad durante siete años, ya que su tumor, originado en las glándulas endocrinas, pertenecía a una variante poco común y menos agresiva del cáncer de páncreas, según publicó El Mundo, en su versión digital.

Según el Instituto Nacional del Cáncer de los EEUU, el cáncer de páncreas, la cuarta causa de muerte por tumores malignos en ese país, produjo 37.660 decesos en lo que va de 2011. A esto se suman cerca de 44.000 nuevos casos, que en su mayoría involucran a personas mayores de 65 años.

A diferencia del tumor conocido como cáncer de páncreas y que se origina en las células de los conductos pancreáticos, estos tumores se forman a partir de otras células dentro del páncreas, son muy diferentes de los primeros y se caracterizan por su gran diversidad.

El pronóstico es también muy variable. Los de bajo grado crecen con lentitud, y en general, solo de forma local en el páncreas e hígado. Estos pacientes pueden vivir muchos años con la enfermedad, e incluso pueden ser candidatos para trasplante hepático. En cambio, los tumores de alto grado tienen peor pronóstico y son más agresivos, explicó el experto Manuel Hidalgo, en un artículo publicado en ABC.es.

Jobs recurrió en un primer momento a terapias alternativas pero en 2004, cambió de idea y decidió someterse a una operación para que le extirparan las células malignas del páncreas. Esa intervención llegó tarde y no tuvo el resultado esperado, explicó a ELMUNDO.es Julio Mayol, jefe de Cirugía del Aparato Digestivo en el Hospital Clínico San Carlos, de Madrid.

En 2009, se le detectó metástasis en el hígado y se le realizó un trasplante de este órgano. Aparentemente, el mal no estaba extendido en otros órganos. El problema es que "muchas veces, que no veamos metástasis no significa que no estén ahí", señaló Mayol.

La terapia de inmunosupresión posterior al trasplante aumenta la posibilidad de que se extiendan las metástasis en otros órganos, donde no se habían visto.

"Se lanza un mensaje de que el cáncer de páncreas se puede curar, y en el caso del adenocarcinoma no es así", lamenta el especialista. El adenocarcinoma, o cáncer de páncreas más corriente, "sigue teniendo un pronóstico infausto, porque se identifica tarde y cuando se encuentra ya no es tratable".

Los tumores neuroendocrinos, por el contrario, son más fáciles de diagnosticar y tratar a tiempo, ya que afectan a hormonas que producen síntomas identificables, como ha sido el caso de Jobs. En esta clase de cánceres, la supervivencia media a los cinco años supera el 30% de los casos.

Un Nobel póstumo
Otro caso excepcional, tanto por la larga supervivencia como por la relevancia social del paciente: el científico Ralph Steinman, único Nobel concedido a título póstumo por un error del Instituto Karolinska, murió hace una semana de un cáncer de páncreas tras haber luchado cuatro años contra el tumor. (Especial)

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