En tiempo de descuento
20 Septiembre 2011
BRUSELAS.- Ya no queda tiempo. La eurozona se debate en un agónico final de partido en el cual ha prolongado en exceso la decisión definitiva que ponga a salvo a Grecia de una posible quiebra. Incluso si los 17 socios del euro junto al Banco Central Europeo (BCE) y el FMI aprobasen hoy mismo el último tramo de ayudas para Grecia, por 8.000 millones de euros, para los mercados el mensaje que trasciende es que Europa actúa tarde, de forma titubeante e improvisada.

Lo dijo claramente en la última reunión de ministros de Economía de la eurozona en Breslavia, Polonia, el secretario estadounidense del Tesoro, Timothy Geithner: "los europeos deberían dejar de hablar y hablar. Lo que tienen que hacer es arrimar el hombro y cerrar esta crisis".

Sin embargo, esas palabras quedaron a la deriva. Europa, en palabras de la ministra austriaca, Maria Fekter, "no necesita lecciones" de EEUU. El orgullo de la UE, según el cual el bloque se basta y se sobra para salir de sus propias turbulencias, ha recibido el respaldo, entre otros, del presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker. Pero, ¿tiene eso sentido? Los hechos parecen quitar la razón al bloque, más dividido que nunca en casi todo.

La cacofonía europea es ensordecedora: mientras Berlín, adalid de la austeridad, logra que avance su doctrina económica del cinturón bien apretado, otros se apuntan a la "escuela de Obama", según la cual no hay que dejar las muletas del estímulo a la coyuntura. Ángela Merkel no está dispuesta a ceder en las exigencias a Grecia de más ajuste a cambio de dinero fresco. La herida de la eurozona, que comenzó en Grecia, corre el riesgo de gangrenarse, a menos que, "en un último esfuerzo los europeos logren ponerse de acuerdo en un tratamiento definitivo", según la radiotelevisión belga francófona, RTBF.

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