Chicos de Atahona cultivan esperanza y tejen el futuro con fibras de totora

Chicos de Atahona cultivan esperanza y tejen el futuro con fibras de totora

Los alumnos de la escuela elaboraron un proyecto con la idea de cambiar la triste realidad de su pueblo. En la Feria de Ciencias provincial

PEQUEÑOS CREADORES. Con las fibras de la totora, los alumnos de la escuela elaboraron distintos objetos decorativos de uso cotidiano. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL PEQUEÑOS CREADORES. Con las fibras de la totora, los alumnos de la escuela elaboraron distintos objetos decorativos de uso cotidiano. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL
La soledad abraza al pueblo de Atahona. Aunque es plena mañana, el silencio deambula en sus calles de tierra acompañando el paso despreocupado de algunos vecinos, que marchan con rumbo cercano. De pronto, hasta el viento parece ausente en esa comunidad. Sólo el tránsito apurado de un sulky o de algún vehículo automotor quiebra la paz en esta población de unos 1.500 habitantes, ubicada 15 kilómetros al sur de Simoca, a orillas de la ruta nacional 157.

La escuela, en medio de esta atmósfera, irrumpe como el espacio de mayor efervescencia. Los niños están de recreo y el bullicio en el patio exhibe el otro rostro del pueblo. Ahí, precisamente, hay un grupo de chicos del sexto grado a quienes les preocupa el futuro; no sólo de ellos mismos, sino también de su pueblo. Les inquieta la falta de trabajo, la condena ancestral que cargan muchos jóvenes que deben emigrar en busca de fuentes laborales. "Atahona se está volviendo un pueblo de ancianos. La juventud huye de aquí", apuntó una docente.

Una salida

Frente a esta realidad los estudiantes apelaron al recurso natural más abundante del lugar para diseñar un proyecto de trabajo que puede darle al pueblo un poco de impulso: la totora.

Esta hierba acuática, de escaso porte, puede llegar a medir cuatro metros y crece a orillas de una extensa laguna que hay en la zona. Los alumnos Facundo Gabriel Jiménez y Carlos María Rodríguez, dos de los que trabajaron en el proyecto, observaron que la totora podía ser aprovechada al máximo en la fabricación a gran escala de muebles, adornos y bolsos, entre otros productos. "Es una alternativa económica que puede generar importantes ingresos económicos y así mejorar la situación y calidad de vida de esta población", apuntaron. La iniciativa fue premiada en la feria de ciencia zonal y representará al departamento Simoca en la exposición provincial. "Aquí sólo se puede trabajar en la comuna, en escuelas o en la Policía. La cosecha de caña de azúcar, desde la aparición de las cosechadoras mecánicas, ya casi no reclama trabajadores. Casi no hay nada que hacer", reveló la maestra Encarnación Rivadeneira, coordinadora del proyecto.

En el pueblo hay algunos vecinos antiguos que trabajan con la totora a pequeña escala y son ellos los que hicieron aportes para el diseño del proyecto estudiantil.

"La fibra de la totora es utilizada para elaborar esteras, sillas, mesas, carteras, canastas, sombreros y redecillas para transportar recipientes. También se la usa para construir techos de viviendas. Si se organiza bien esta actividad, posiblemente por medio de cooperativas de trabajo, se podría hasta vender productos en otras provincias", advirtió Facundo. Los alumnos construyeron varios adornos con totoras para exponer en la feria de ciencia. "Un mueble hecho con esta planta puede llegar a durar más de 10 años. Su costo también es reducido. Una silla puede cotizarse en $40. Las hechas para niños, y que son altas, cuestan $60", añadió Carlos.

Múltiples usos

Los niños también indicaron que los brotes tiernos de la totora pueden ser consumidos como verdura, ya que poseen un alto contenido de yodo. Los lugareños la utilizan a veces como astringente para controlar la diarrea y combatir la fiebre.

Fabiana Medina, directora del establecimiento educativo, no ocultó su orgullo ante el reconocimiento que obtuvo el proyecto laboral estudiantil y puntualizó que, desde la escuela, se trata de estimular la creatividad en los chicos. Así, en el futuro se encontrarán capacitados para ser protagonistas del cambio.

En Atahona, un lugar lejano del sudeste tucumano, los chicos cultivan una esperanza.

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