Aznar: un paseo de virtuosa pasión

El cantautor y multiinstrumentista rockeó en el Alberdi con su particular estilo.

ENCANTÓ. El público ovacionó cada canción, y compartió los coros con Pedro Aznar y su banda. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO ENCANTÓ. El público ovacionó cada canción, y compartió los coros con Pedro Aznar y su banda. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
10 Julio 2011
A la medianoche, en semicírculo con sus músicos, todos de pie, invitó a cantar el Himno. Pedro Aznar condujo ese momento de emotividad patriótica a capella. Desde las plateas y los palcos subieron las mismas voces que habían acompañado sus canciones durante casi dos horas. En una versión más rockera que en sus anteriores visitas, Aznar bailó y arengó con euforia. También se sentó y amansó a todos con melodías melancólicas y reflexivas.

El músico puso el acento en "Quebrado", aunque paseó por todos sus discos. Le dedicó un pequeño set a su último trabajo, "A solas con el mundo", en el que la guitarra acústica de 12 cuerdas cantó con él. Tocó algunas versiones impregnadas de su aroma personal, como "Credulidad", de Luis Alberto Spinetta; "Angie", de los Rolling Stones, o "Julia", de Los Beatles. El cierre, con los bises, llegó otro cover: "Fragilidad", de Sting.

Hubo emoción localista también cuando solo y con una guitarra clásica le dedicó "Si llega a ser tucumana" a Mercedes Sosa, "la más inolvidable", cuando el reloj indicaba que faltaban unos minutos para el cumpleaños de "La Negra".

Todo había empezado con "Tu amor", la canción que compuso con Charly García, y que marcó el perfil rockero del recital.

La banda que lo respaldó sobre el escenario está formada por jóvenes y brillantes músicos a los que la generosidad de Aznar les permite mostrarse en arreglos que no se ajustan dogmáticamente a estilos o géneros.

Hernán Jacinto (teclados), Coqui Rodríguez (guitarras), Julián Semprini (batería) y Alejandro Oliva (percusión) deslumbraron con virtuosismo y una plausible simbiosis con la genialidad de Aznar. La inclusión de la percusión latina le dio un toque particular a la potencia estilizada de esos músicos enormes.

A Pedro todos los instrumentos le quedan bien. Se funde en cada una de las tres guitarras que rasga, en el teclado en "No hay forma de pedir perdón", o la caja con la que bagualea con "Arriba quemando el sol", de Violeta Parra. Pero el bajo... los bajos, porque usa tres, se convierten en extensiones de esos dedos largos que acompañan su longilíneo cuerpo.

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