Boda real, en Mónaco respiran aliviados

Boda real, en Mónaco respiran aliviados

La unión de Alberto II con la sudafricana Charlene Wittstock se celebró en las calles del principado.

DISTENDIDOS. Desde el balcón, Charlene y Alberto saludaron a los monegascos reunidos en la plaza. REUTERS DISTENDIDOS. Desde el balcón, Charlene y Alberto saludaron a los monegascos reunidos en la plaza. REUTERS
02 Julio 2011
MONTECARLO.- La novia lució hermosa, aunque un poco fría. La ceremonia estuvo perfectamente escenificada, aunque resultó algo rígida. El principado de Mónaco puede esperar ahora un heredero legítimo: el príncipe Alberto II se casó con la sudafricana Charlene Wittstock, 20 años menor. Durante la ceremonia civil de ayer se los vio un poco tensos. ¿Fueron los nervios del momento? ¿O la relación se vio afectada por los rumores de separación que circularon antes de la boda?

Un fuerte murmullo recorrió el palacio en el que se habían reunido numerosos monegascos cuando Charlene entró en el salón del trono con su vestido turquesa claro largo hasta el piso, combinado con una chaqueta y que fue diseñado por ella misma. Alberto lució un traje oscuro y corbata y vestirá su uniforme blanco hoy para la ceremonia religiosa.

El presidente del Consejo de Estado, Philippe Narmino, enumeró las obligaciones de los contrayentes, entre ellas la fidelidad mutua. Un detalle no menor teniendo en cuenta que Alberto fue mucho tiempo un soltero empedernido y que ya tuvo dos hijos extramatrimoniales.

Charlene fue la primera en dar el sí, después de Alberto. Dado que no hubo micrófonos, la gente reunida en la plaza aledaña no escuchó nada. Poco después se distendieron las expresiones de la pareja. Ella sonrió y dirigió su mirada a Alberto, que besó su mano.

"¿Nerviosos? Así suelen estar todos los novios en su casamiento", opinó el monegasco Roland Rossi. Según dijo, probablemente no tenga nada que ver con los rumores según los cuales Charlene se quiso separar poco antes de la boda y volver definitivamente a su Sudáfrica natal. "Estamos contentos porque finalmente se casó. Ahora también esperamos que tengan niños pronto", agregó Roland. Charlene sonrió ostensiblemente cuando se mencionó entre los deberes conyugales a los niños.

La nueva princesa
Mireille, una ex empleada del palacio, está entusiasmada con la nueva princesa. "Es simplemente preciosa", apuntó. "Estamos muy orgullosos y nos alegramos por ellos", agregó en diálogo con la prensa francesa. Desde hace tiempo que Charlene debe lidiar con las comparaciones con su antecesora. La madre de Alberto, la estrella de Hollywood Grace Kelly, era dueña de una belleza arrebatadora y una elegancia suprema. Murió en un accidente de automóvil.

Cuando salió a saludar al pueblo desde la ventana del palacio, Charlene lució más distendida. Sonrió y saludó a la gente moviendo las manos. La pareja estuvo tomada de la mano y Charlene apoyó su cabeza en el hombro de Alberto. El beso, sin embargo, fue breve, tanto que no hizo falta usar un cronómetro para medirlo. Luego hubo un segundo beso breve cuando una orquesta de instrumentos de viento tocó un himno para la flamante princesa.

El escenario fue perfecto: el sol inundó la plaza con una cálida luz vespertina, mientras los pinos que rodean el palacio brindaban buena sombra. Las invitadas lucieron bonitos vestidos de cóctel y de verano. Algunas tuvieron verdaderos problemas por culpa de los tacos altos y los adoquines.

Después del civil la pareja de recién casados se mezcló con la gente. Charlene y Alberto pueden estar contentos con la primera parte de su matrimonio, aunque la verdadera fiesta será hoy, con la ceremonia religiosa. Debido a una cuestión de espacio la celebración no se realizará en la catedral (donde se casaron los padres de Alberto) sino a cielo abierto, en los jardines del palacio.

En la boda civil estuvieron presentes las hermanas de Alberto, Carolina y Estefanía, con elegantes atuendos, pero con gestos demasiado serios, aún durante el brindis. (DPA-Especial)

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