Humberto Antonio Baigorria es un caso atípico en la historia del fútbol tucumano. Surgió en Tucumán Central, pero dio el salto en su carrera al firmar para Altos Hornos Zapla, y no en un club grande de la provincia. Triunfó en esas tierras, volvió a su provincia natal y de allí siguió conquistando éxitos en distintos clubes del fútbol argentino y el exterior.
A los 60 años, "Pachame", como se lo conoce en el ambiente, luego de vivir durante varios años en la ciudad de Paraná, decidió regresar a sus pagos para seguir ligado al fútbol y ahora es comentarista de LV 12. En la capital entrerriana se quedaron Liliana, su esposa; sus hijos Gisella (31 años y embarazada de seis meses), Paula (26) y Mauro (21) quienes lo apoyaron en la decisión que tomó.
En una charla con LA GACETA, el ex volante central relató cada una de las etapas de su extensa carrera como futbolista.
- ¿Por qué se fue de la provincia sin jugar en un equipo grande?
- Cuando decidí irme a Zapla sabía que estaba dando un salto grande en mi carrera. Fui a una de las mejores entidades del interior del país que, en ese entonces tenía el apoyo financiero de Fabricaciones Militares. Mi estadía allí coincidió con una época económica distinta a la actual.
-¿Cómo le fue en esa experiencia?
- Siempre me caractericé por ser responsable en mis actos tanto en mi vida privada como en el fútbol. La noche para mí no existía porque tenía un objetivo fijo: triunfar y llegar a jugar en un club grande.
-¿Qué significó Atlético en su carrera?
- En la temporada de 1975 no clasificamos para ningún torneo importante. En ese tiempo, se jugaban los Nacionales. Los directivos de Atlético se movieron más rápido que los de San Martín, que también me quería, y junto a Francisco Ferraro, Adrián Cristofanelli y a Néstor Gómez nos incorporamos a los "decanos". Llegar a este club llenó de satisfacción a todos en mi familia, que son fanas de Atlético. Sabía que en la medida que anduviera bien, sería la vidriera esperada para llegar al fútbol de Buenos Aires y lo conseguí, eso que cuando me incorporé tenía ya 26 años. Ahora, a los 16 o 17 años los pibes ya se van al exterior.
-¿Qué le dejó en lo personal?
- Tuve la oportunidad de formar parte de una media cancha fabulosa que en ese tiempo la formaba junto al "Kila" Castro, al "Negro Agüero y Ricardo Villa. A esos jugadores vos les podías poner cualquier camiseta y rendían al máximo. Eran verdaderos genios. Hoy los jugadores están presos de los sistemas que los terminan bloqueando.
-¿Cómo era la "noche" de los jugadores en esos tiempos?
- No existía? Éramos conscientes de que si queríamos irnos a jugar afuera y mejorar económicamente a nuestra familia debíamos ser profesionales dentro y fuera de la cancha. Recuerdo que cuando salíamos en grupo nos juntábamos luego de las prácticas en "Veracruz", la confitería que todavía está frente al Parque 9 de Julio, para charlar. Tomábamos sólo gaseosas y nos íbamos a dormir temprano. ¿Ustedes creen que si no hubiera sido así, la mayoría hubiésemos llegado a jugar tantos años a un nivel destacado de competencia?
-Hace poco, Atlético reconoció su paso por el club.
- Fue un momento muy emotivo para mí, por lo que significó Atlético en mi carrera. Siempre fui una persona que me gustó respetar a mis ocasionales rivales. Esto me llevó a tener amigos en todos los clubes que enfrenté. Ahora puedo salir a caminar por las calles de mi ciudad y siento el reconocimiento de todos los hinchas.