Dos frases, dos confesiones

Dos frases, dos confesiones

Al cierre, cuando cada candidato presidencial dispuso de cuatro minutos libres para hablar de lo que quisiese y convocar al electorado a votarlo, Keiko Fujimori y Ollanta Humala lanzaron frases que cristalizaron el momento.

La hija del ex presidente neoliberal, Alberto Fujimori, invitó a los ciudadanos peruanos repitiendo la frase de Carlos Menem de 1989: "no los voy a defraudar" (sic). Con esta promesa, hizo naufragar de pronto todo su medido intento de despegarse de la década del 90, cuando su padre fue amo y señor de un Perú violento, represivo y con las instituciones por el piso, por el cual ahora purga 25 años de cárcel, condenado por violaciones a los derechos humanos. Es impensable que alguien con su preparación ignorase al autor del eslogan de campaña. Por el contrario, lo presumible es que al decirlo, buscase congraciarse con los nostálgicos que poco le importaban la corrupción o los crímenes mientras sus bolsillos estuviesen llenos.

Detrás del otro atril plateado, en el hotel Marriott del lujoso barrio limeño de Miraflores, Humala lanzó una idea que también sonó a confesión: "de mí hay dudas; de ellos hay pruebas". Esta definición encierra una lectura positiva y otra negativa. La primera es que, como cierre, es un buen ataque contra el fujimorismo y produce tensión entre los indecisos, sector al que todos apuntan porque definirá la elección. Pero, al mismo tiempo, evidencia la fragilidad ideológica de un candidato al que nadie puede catalogar definitivamente y, por lo tanto, es impredecible. Esas dudas que genera (ahora admitidas públicamente) pueden ser su tumba política.

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