Del enojo de Bocca al traspié con Sabina

Del enojo de Bocca al traspié con Sabina

La falta de infraestructura para contener espectáculos de alto nivel sigue siendo una deuda pendiente en la provincia. Los ejemplos abundan.

Tucumán siempre fue una provincia rica en contradicciones. Nadie entiende, por ejemplo, que con tanto paisaje maravilloso no haya una industria turística que atraiga multitudes. Y tampoco se entiende que, ofreciendo tanto movimiento cultural, falten salas adecuadas para contenerlo. La suspensión del show que debía ofrecer Joaquín Sabina el miércoles es un claro y bochornoso ejemplo. Un estadio sin techo ni comodidades para albergar a semejante figura internacional es casi un insulto. No sólo para el artista, sino para el público que pagó costosas entradas para ver a su ídolo.

No es la primera vez que sucede algo así en la provincia. Una situación similar se vivió en julio de 2007, cuando el bailarín Julio Bocca debió suspender su presentación en el Palacio de los Deportes debido al intenso frío y a la lluvia que se colaba por el techo y caía sobre el escenario, precisamente encima de los bailarines. En esa oportunidad, Bocca -que iba a despedirse de los tucumanos con esa presentación- se fue de la ciudad con gusto a tumba en los labios. Antes de subir al avión advirtió secamente: "pónganse las pilas y arreglen los techos. Que esto sirva para algo".

Pero las autoridades jamás recogieron el guante: cuatro años después, Tucumán sigue sin contar con un lugar adecuado que pueda cobijar grandes multitudes. Un espacio a mitad de camino entre un estadio de fútbol y un teatro como el San Martín. Una sala que albergue entre 3.000 y 8.000 espectadores y, además, posea baños dignos, techos y servicios de seguridad. Una comodidad con la que, dicho sea de paso, sí cuentan provincias como Salta o Santiago del Estero. Por eso, muchas figuras de proyección internacional pasan de largo. Por eso Shakira ni siquiera pisó Tucumán y sí actuó en Salta, llevando consigo a una muchedumbre que copó los hoteles, consumió hasta el hartazgo y aprovechó para conocer las bellezas de "La Linda".

El plan del olvido

Cuando sucedió el incidente que espantó a Bocca, las autoridades municipales reconocieron que el Palacio de los Deportes tiene deficiencias, y que no sirve para espectáculos como el que iba a brindar el bailarín. Sin embargo nada se hizo para mejorar la estructura y convertirla en una alternativa para recibir al menos algunos espectáculos. El Palacio sigue ahí, consumiéndose por el abandono, la vergüenza, la desidia y el olvido. Un olvido en el que también cayeron las promesas oficiales de construir una gran sala de convenciones o un gigantesco domo en la zona de Banda del Río Salí, como parte de los trabajos del rescate de la Costanera. Un olvido que, en definitiva, perjudica el desarrollo de la provincia, tanto cultural como turísticamente. Porque de nada sirve prometer si no se hace. O hacer si no se tienen los medios.

Carencia alarmante

Pero la falta de infraestructura para espectáculos parece abarcar también a otros sectores. Hay una gran cantidad de grupos independientes que no pueden presentar sus producciones porque tampoco hay salas alternativas pequeñas. Es decir, la carencia de infraestructura es alarmante para todos los hacedores de cultura. Y, lo que es aún peor, se extiende también a las salas convencionales. La Orquesta Sinfónica de la UNT, por ejemplo, iniciará hoy su ciclo de conciertos fuera de su "casa", porque el Teatro Alberdi padece desde hace un tiempo algunas fallas estructurales, vinculadas sobre todo a la cámara acústica. Algo similar sucede con las salas de exposiciones del Centro Cultural Virla, que han comenzado a mostrar las consecuencias de la falta de mantenimiento.

Varios actores

Claro que este drama tiene varios actores. El protagonista es el Estado, que tiene la obligación de llevar la voz cantante. Pero el sector privado posee un rol secundario que puede, como en un buen filme de Woody Allen, torcer el final de una historia. Sólo que muchas veces los empresarios se sienten poco incentivados para invertir en forma segura. De hecho, muchos acusan a las autoridades de no tener planes y de presionar con leyes e impuestos que terminan haciendo naufragar cualquier proyecto.

Por eso, una vez más, el trabajo conjunto debe ser el eje para comenzar a planificar una salida. No es posible que una provincia con semejante pujanza cultural vea truncado su crecimiento por la falta de salas o una infraestructura precoz. Sobre todo porque abunda el talento y sobran las ganas. De manera que el principal obstáculo a vencer, en este caso, es romper con el individualismo absurdo y trabajar en conjunto. En este sentido, siempre es bueno aprender de los más sabios. Las artesanas de la Puna, por ejemplo, no entienden la gloria o el éxito como una actividad individual. Para ellas, cada cacharro que amasan es propiedad colectiva y, por eso, los ponen en una mesa, sin firma. Así, una taza de doña Guillermina puede ser vendida por doña Francisca sin problemas. Para ellas lo de una es de todas. Porque la unidad hace la fuerza y ayuda a construir sobre las ruinas.

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