Se fue el primer fin de semana de febrero y los comerciantes de Tafí del Valle pudieron descruzar los dedos y respirar en paz. Entre el torneo de Pato, las intervillas y los veraneantes que comenzaron a volver de otros viajes, la villa turística estrella de Tucumán volvió a llenarse de visitas y las conquistó con su noche llena de opciones para todos los gustos. Desde los boliches más top hasta los billares tradicionales, la diversión fue la dueña del valle.
Eran la 1.30. Un grupo de jóvenes bebía algunos tragos debajo del puente de La Banda, en Tafí del Valle. La música sonaba a todo volumen en un celular. Los agentes del IPLA fueron veloces: en pocos segundos secuestraron las cajas de vino y boicotearon la fiesta improvisada. "¿Y ahora, adónde vamos?", murmuró una silueta en la oscuridad.
A pocas cuadras del puente, la discoteca Los Castaños la entrada dolía $50 y explotaba de gente. Quienes no podían pagar la entrada inventaron sus propias fiestas lejos de los controles o se inclinaron por visitar los boliches under de la villa.
En esos lugares, se vive la otra fiesta tafinista, la que une a locales y visitantes. Bebidas a mitad de precio que lo normal, parroquianos sedientos de cumbia y baile popular forman parte del menú en estos bares que muchas veces pasan inadvertidos ante los ojos de los turistas. Sin embargo, todos están invitados.
"Ropero $2". El letrero estaba pegado en una pared humedecida del boliche Vinchu Pub. El local, ubicado en la peatonal de Los Faroles, estaba saturado de bailongo. Los santiagueños Miguel y PabloMedina acudieron a la pista cumbiera para variar un poco el repertorio. Luego de regatear el precio del acceso con el boletero, lograron pasar. Pagaron $10 entre los dos y por inercia desembocaron en la barra. "Dos vasos de cerveza por favor", pide Pablo. "Esto es algo familiar; es para todo el mundo y para todas las edades", explicó Miguel. En la pista, los lugareños recibieron a los santiagueños con indiferencia y las parejas de gente mayor le prendieron fuego al asunto. Exhaustos de tanta movida tropical, de tanta vueltita con la pareja - porque en Vinchu se baila en pareja- algunos se acomodaron en sillas apoyadas a lo largo de las dos paredes del local. De fondo, un microfonista disparaba monólogos para avivar la fiesta.
A la vuelta de la esquina, sobre una misma cuadra de la Belgrano, funcionan dos clases de diversiones. Tres casas separan al pub "Carajo" de "Mi espacio, bar y billar". En el primero suena el rock, el reggae y la electrónica, en el otro los clientes toman cerveza, comen sándwiches de milanesa y juegan al pool. Ahí la cerveza cuesta $10; a tres casas, $20. "Acá convive la misma barra de años. Cuando viene un turista los tafinistos lo aceptan, le convidan tragos o lo retan a un duelo de billar", expresa Antonio Chamas, uno de los mozos de Mi espacio. Jesús Salvador Romero vive en La Florida y decidió vacacionar en Tafí. Encontró en el pub un segundo hogar. "Me gusta lo autóctono del bar; me siento libre", aseguró.
Casi enfrentados, y en veredas opuestas, Tocando al frente y Hot Dog Ranch son otro ejemplo de las variadísimas opciones de la noche en Tafí: glamour de modelaje en uno; karaoke en el otro.
En Hot Dog Ranch el karaoke se apagó. En Tafí terminó la fiesta y todos los noctámbulos salieron a la calle con dos opciones: seguir la fiesta en alguna casa o irse a dormir para aprovechar el día que se estaba por venir.