Huérfanos por el odio

Huérfanos por el odio

En 2006 el presidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva contra los narcos. Sin embargo, la guerra de la droga en Ciudad Juárez ha dejado 29.000 muertos en menos de cuatro años. Es difícil establecer una lista de niños que perdieron a sus padres.

17 Enero 2011
CIUDAD JUÁREZ, MÉXICO.- La figura triste de Bryan, de 5 años, aparece frente a la puerta de la oficina de Irma Casas en un refugio para mujeres de esta ciudad fronteriza acechada por el crimen. Vino hasta aquí para decirle, otra vez, que su madre está mal. A los 23 años, la madre de Bryan se convirtió en viuda de la guerra del narcotráfico por segunda vez después de que su marido, un traficante de drogas, murió de un disparo en la cabeza.

El incidente ocurrió mientras el hombre estacionaba su auto junto con Bryan, su bebita y su esposa. El niño habla descontroladamente de lo que fue ver los sesos de su padrastro desparramados aquel día. Fue una muerte más en una guerra entre cárteles rivales y las fuerzas de seguridad mexicanas, que ha dejado cerca de 29.000 muertos en menos de cuatro años.

Según lo que tiene entendido, nadie está controlando si Bryan va al colegio o si está recibiendo asistencia terapéutica. Su futuro no luce nada bien. "Ella está consciente de los riesgos para sus niños, pero siempre ha vivido en este mundo. No tiene ejemplos de otro tipo de vida", dijo Casas al narrar la historia de Marisol, una de las miles de viudas de la guerra en Ciudad Juárez, que superó ampliamente a lugares como Bagdad y Caracas para convertirse en la capital mundial del asesinato.

Marisol era una atractiva joven de 17 años cuando el padre de Bryan, un notorio jefe narco, la sedujo y se la llevó como su amante. La mantuvo encerrada en una de sus casas y la castigaba hasta que fue asesinado por una banda rival.

Luego se casó con un traficante de menor nivel y tuvieron una hija. Pero desde que él también fue asesinado, ella se sienta en su casa, deprimida e hinchada de tomar alcohol todo el día. Para hacer que su pequeña hija deje de llorar, le da un biberón con cerveza.

Hacinada en una casa de dos ambientes en un barrio pobre en la periferia de Ciudad Juárez junto a su hermana -también viuda- y sus sobrinos adolescentes, Marisol planea prostituirse con otros narcotraficantes.

Cuerpos decapitados, víctimas de homicidios colgando de los puentes y sangre derramada en la acera, son imágenes que el mundo ha comenzado a asociar con la guerra de la droga en México. Pero, oculto e inquietante, se encuentra el drama de los llamados huérfanos narcos como Bryan, que podría augurar más caos en los años venideros. Con niveles mediocres de educación y pocas perspectivas de carrera para los jóvenes, Casas y muchos otros temen el impacto que tendrá las decenas de miles de niños que crecen emocionalmente traumatizados y sin esperanzas de construir un futuro mejor.

"Hay un costo grandísimo porque estos niños no son niños como deben de ser. Son los futuros delincuentes. ¿Qué otra aspiración van a tener? ¿Qué futuro les espera?", reflexionó en un iluminado centro comercial de la ciudad, donde últimamente la gente evita las calles laterales y no camina de noche.

Ni el Gobierno, ni los varios grupos independientes que estudian el crimen organizado, llevan la cuenta de los niños que han perdido a sus padres, y a veces a sus madres, por la guerra del narcotráfico.

El abogado Gustavo de la Rosa, investigador de la comisión de derechos humanos del estado de Chihuahua, donde está ubicada Ciudad Juárez, analizó una muestra de 5.000 muertos por la guerra en la ciudad: "es como una zona de guerra. No hay ningún programa, no hay interés de ninguna organización para cuidar la situación de los huérfanos (...) Para el Gobierno es como si el problema no existe, lo dejan para las familias", dijo de la Rosa. (Reuters)

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