Si el Dakar fuera un cómic, Nasser Al-Attiyah sería el superhéroe más cool de la liga. El casco, la indumentaria de piloto, su disfraz; la Touareg que conduce, su ?batimovil?. Incluso podría añadírsele al bosquejo hercúleo un rifle cargado sobre la espalda. Porque el príncipe qatarí, además de pistero, es deportista olímpico de tiro al plato.
Nació el 21 de diciembre de 1970 en la ciudad de Doha, y no con un ?fitito? de juguete bajo el brazo, precisamente. De tez morena, ojos y sonrisa afilados, el multifacético deportista integra la realeza qatarí porque su tía es la madre del actual emir y esa condición le vale el tratamiento de príncipe.
La novela del joven ?Aladino y su lámpara mágica? empieza en 1989. A los 19 años debutó como copiloto en las competencias locales pero durante siete años no pudo correr debido a que el presidente de la federación automovilística de su país pertenecía a una familia rival de los Al-Attiyah y promocionó a otros pilotos. Sin embargo el adolescente Nasser no interrumpió su pasión deportiva e incursionó en el tiro al plato: compitió en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, Sydney 2000, donde ocupó el sexto lugar, Atenas 2004, donde terminó cuarto, y Pekín. Además, ganó el oro en dos ocasiones en los Juegos Asiáticos.
No volvió a subirse a un vehículo de competición hasta 2003, cuando su primo asumió la presidencia del automovilismo. En su primer Dakar consiguió el décimo lugar. Actualmente es miembro del Comité Olímpico de Qatar y colaborador de Qatar Foundation, la organización sin fines de lucro con la que el club Barcelona ha firmado un contrato de patrocinio millonario.
Ahora el ?sangre azul? persigue la medalla de oro como tirador en los Juegos Olímpicos que se disputarán en Londres en 2012. Si lo logra, el bosquejo del superhéroe estará terminado. El flamante faraón de la pirámide Dakar piensa que después de esta victoria todo el mundo sabrá dónde se encuentra Qatar. Nasser Al-Attiyah no sabe que él es Qatar. O al menos todavía no le ?cayó la ficha?.