Naranjo en flor

Análisis.

Fernando Stanich
Por Fernando Stanich 27 Julio 2010
Dura en su cargo cinco años, uno más que el mismísimo gobernador. Puede ser reelegido por un período, al igual que el mandatario. Tiene un sueldo equivalente al de un vocal de la Corte Suprema de Justicia y sólo puede ser destituido mediante juicio político, como el gobernador. El gran requisito para ser defensor del Pueblo, además del de residencia, es tener más de 25 años y pasar por el tamiz de una elección discrecional en la Legislatura. Para algunos es, incluso, la manera más fácil de hacer política sin estar en política: los reclamos de la gente brotan como azahares en primavera.

A un año de los comicios de 2011, cada oficialista piensa en su supervivencia porque, como en el juego de la silla, los lugares disponibles son cada vez menos. Y el acople amenaza con ser un colador descarnado en el alperovichismo. Por eso no suena descabellado que algunos apuesten al remanso antes que a la correntada electoral. En la Cámara ya susurran que Antonio Raed busca bendiciones. Y la idea seduce a sus pares: es un competidor menos. El "pero" es que en su lugar asumiría Héctor "Indio" Romano, alejado del Gobierno. Los retazos del jurismo, en cambio, apuntan a sostener a Jorge García Mena o a mantener ese lugar en sus manos. Alperovich aún no envió señales, pero nadie duda de que cuando lo haga, el nombre del elegido lucirá como naranjo en flor.

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